Los salarios reales, en función del coste de la vida, están estancados en Cataluña y España. Y son la principal, por no decir única, fuente de ingresos para el grosor de la población. El bolsillo de las familias lo está notando desde hace tiempo sobre todo a la hora de pagar la vivienda, sea de alquiler o de propiedad, o de llenar la cesta de la compra. En contraste, casi la mitad de las economías de la OCDE, incluidos países vecinos como Portugal o Francia, han recuperado ya con éxito los niveles salariales reales anteriores a la crisis o incluso los han superado.
Los expertos señalan la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) como una vía para salir de ese agujero económico y social. Pero, de hecho, desde 2018 el gobierno español ya ha incrementado su salario mínimo un 54%, hasta los 1.142 euros al mes en 14 pagas (15.867 euros anuales). La medida, sin embargo, ha tenido todavía un impacto insuficiente para corregir el desequilibrio estructural salarial que arrastramos. La economía de poco valor añadido, con el turismo a la cabeza, sigue situando los sueldos catalanes y españoles en una franja baja. En los estados líderes en el ranking salarial los sectores que más pesan son la industria, las finanzas, la tecnología y la energía. Es necesario, pues, avances para potenciar estos sectores de mayor valor añadido.
El salario anual bruto por trabajador fue de 28.724,80 euros en Cataluña en el 2023. Pero es que el 10% de los ciudadanos con un salario más bajo cobraron por debajo de los 11.000 euros, mientras que una cuarta parte de la población no superó los 17.000. Y solo el 10% estuvo por encima de 50.516,5 euros. Es imprescindible crecer en todas las franjas. En cualquier caso, hoy en día los sueldos bajos son uno de los grandes causantes de que tener un trabajo no garantice salir de la pobreza. En 2023, un 46,5% de los trabajadores tenía dificultades para llegar a finales de mes. La tasa de riesgo de pobreza se mantiene por encima del 24% y alcanza el 32,5% en los menores de 18 años. Mujeres, jóvenes e inmigrantes son los colectivos más castigados.
Salir de este bucle es perentorio. La situación actual supone seguir recibiendo a trabajadores poco cualificados y exportando talento fuera. Con sueldos bajos también peligra el estado de bienestar, con su cartera de servicios sociales, en especial las pensiones. Éstas sí que han subido a un ritmo más alto y vuelven a estar vinculadas al índice de precios de consumo (IPC): desde 2008 hasta 2023 la pensión media ha aumentado un 71,9% en Catalunya, hasta los 19.923, 26 euros según el cálculo anualizado, mientras que los precios subieron un 36,5% en este intervalo temporal. Está bien la subida notable de las pensiones, pero lo que toca es que todos los agentes implicados se conjuren para hacer posible también un aumento de los salarios, y en esto es necesario un compromiso compartido que implique un esfuerzo en la formación, en la concertación laboral y en la política industrial.