Al abrigo del mundo, entre la sierra de Llaberia y la cima del Montalt, se encuentra la finca del Teixar, que toma el nombre de una fuente. Nace el vino de finca calificada (VFQ) de Vinyes Domènech, el primero de la DO Montsant y uno de los 19 que hay en Cataluña. Es un sello de altísima calidad, que acredita un decenio de prestigio y valor enológico, pero sobre todo de sabiduría a la hora de cultivar un paraje muy preciso con normas y parámetros más estrictos. Joan Ignasi Domènech es el propietario de la bodega, situada en Capçanes (el Priorat), y con su familia fijó la mirada hace 20 años en el potencial de unos viñedos viejos de garnacha peluda que crecen sobre suelos pedregosos calcáreos. A su alrededor, un ecosistema lleno de interacciones naturales: flora, fauna y microorganismos. “La añada 2019 es una joya, es un canto en la vida, fluye, hay naranja sanguina. Enmarca precisión, punto justo, el cuidado del subsuelo. Se nota la tierra viva. Hay raíz, liberación, un trabajo enológico definido y habla mucho del futuro brillantísimo que viene”, dice el sumiller de la Bodega de Can Roca, Josep Roca. Aplaude con entusiasmo el ecosistema floral creado por Vinyes Domènech en el acto de celebración, en el Jardí Botànic de Barcelona.
Se catan 8 añadas, las más representativas de los veinte años. Hay consenso en señalar la calidad extraordinaria de las añadas 2006, 2008 y 2019. Teixar da un giro en los últimos años hacia la finura, la sutileza y la elegancia. El salto de la bota en foudre para la crianza es determinante. “La 2019 es una obra de arte”, sentencia Juan Carlos Ibáñez, sumiller del Lasarte. "A partir de esta añada nuestros vinos tienen textura, fluidez y nutrición", complementa Domènech. “Y esto es fruto del trabajo que hemos hecho en los suelos incrementando el porcentaje de materia orgánica pero también investigando la influencia de las especies vegetales de la finca. La física y la química ya las teníamos, nos centramos en la biología. Sabemos que la garnacha necesita ciencia y conocimiento para tener estilo. Es una variedad que se deja seducir por diferentes tipos de suelo, pero que es necesario proteger porque es muy delicada”, matiza. Como modelo, Domènech tiene en mente a Francia y, en particular, la región de Châteauneuf-du-Pape, con 500 años de escuela. "El mayor de los vinos está en las personas que lo hacen y que lo sueñan", dice el Master of Wine Pedro Ballesteros, que presenta el acto. Tejar es el sueño de una familia, el empeño de regenerar suelos y el rescate y el orgullo de una variedad autóctona. “Hoy descubrimos el potencial de envejecimiento de la garnacha”, añade el sumiller Ferran Centelles. Él guía la cata y los asistentes lo reciben con luz en los ojos y belleza en la boca.