La pandemia estalló hace un año. Con la vacuna vamos hacia la salida y podemos empezar a extraer lecciones. Comento diez.
1. La pandemia sorprendió a Europa -recordad el escepticismo ante la cancelación del Mobile-. Sin embargo, se ha reaccionado y, si la comparamos con la gripe de 1918-20, está claro que el balance será mucho más positivo en términos de víctimas mortales. En términos económicos -un criterio secundario-, se tendrá que estudiar con el episodio concluido. Ahora bien, aunque los niños no se nos mueran como antes, hemos constatado que la humanidad continúa siendo biológicamente frágil. Esta no será la última pandemia. Para la siguiente tenemos que estar más preparados.
2. Nuestro sentido del orden nos inclina a pensar que la crisis de la pandemia y la climática son diferentes caras de una misma crisis. Pues no: son diferentes, con orígenes diferentes e impactos negativos a corto plazo extraordinariamente diferentes. Pero sí que tienen un punto en común: para combatirlas hacen falta esfuerzos ingentes de investigación científica. Lo estamos viendo con la pandemia. Hace 120 años no sabíamos qué era un virus, hoy tenemos vacuna y no me puedo imaginar que viviéramos a la espera de infectarnos y a ver si hay suerte. Para el clima es lo mismo: con las tecnologías ahora existentes no descarbonizaremos. Pero con las que tendremos mañana, si nos ponemos a ello, lo conseguiremos.
3. Las conexiones telemáticas han sufrido una prueba de esfuerzo monumental y lo han conseguido espectacularmente bien. Sin, habríamos tenido más muertes y una caída mucho más fuerte de la economía. De hecho, hemos aprendido que no estábamos explotando todo su potencial. A partir de ahora nos desplazaremos mucho menos por razones de trabajo y haremos reuniones presenciales solo cuando esta presencialidad añada valor.
4. Sin embargo, también nos estamos dando cuenta que en algunos ámbitos tenemos que ser prudentes en el paso a la virtualidad. Considerad la educación. Por un lado, la eficacia de la transmisión del conocimiento pide un cierto grado de interacción cercana. Del otro, la escuela obligatoria presencial atenúa, mucho más que la virtual, la influencia de las diferencias educativas en el entorno familiar. Por eso aplaudo que el departamento de Educación de la Generalitat haya sido muy firme en el principio de mantener las escuelas abiertas.
5. Hemos descubierto que las cadenas logísticas largas son vulnerables. Soy de la opinión que la solución no es una desglobalización radical. No podemos hacer de todo en todas partes. Es mejor practicar la redundancia (incluyendo reservas estratégicas). También rehacer y mantener muy entrenados los planes de contingencia.
6. Necesitamos más capacidad en los sistemas de salud inclusivos de la prevención, la salud pública y la atención sociosanitaria. Para ser concreto y realista: hace falta un 1% más de PIB en gasto público sanitario, y sobre todo cuidar el talento de todo tipo con el que hoy todavía cuenta el sistema. Para estos puntos no me puedo resistir a referirme al análisis que ha hecho el Cercle d’Economia.
7. Hay que potenciar el sector económico, público y privado, de la atención a la gente mayor. Nos ayudará el hecho que en la era de la automatización este sea un sector potencialmente intensivo en trabajo: una persona debidamente acreditada siempre será un mejor acompañante que un robot, por más bonito que sea.
8. ¿Por qué en la vacunación Chile lo ha hecho mucho mejor que la UE? Los 27 la acertaron delegando a la UE la gestión de la compra y el reparto, pero no se dieron cuenta que la UE no tenía en este tema el músculo gestor y la experiencia necesaria. Chile tenía las dos cosas. Lección: de esta crisis tiene que salir un fortalecimiento de las capacitados gestoras de la UE.
9.Conviene que gane centralidad el principio de seguro colectivo: cuando la natura golpea, el sacrificio económico se tiene que repartir. La experiencia española, donde algunos sectores han sufrido más que otros, e incluso algunos se han tenido que sacrificar por el bien col lectivo, no ha sido nada satisfactoria.
10. Hemos aprendido también que la política fiscal no se puede basar en dogmatismos. Por primera vez la UE emitirá deuda y los estados miembros, ayudados por la política monetaria del BCE, lo han podido hacer sin restricciones. Ahora bien, lo que quedará es una situación en la que la deuda pública europea será masivamente de los estados, pero distribuida de una manera muy asimétrica. No será una situación sostenible indefinidamente. En el horizonte tenemos o bien un regreso a las políticas de austeridad diferencial o bien una asunción colectiva de la deuda. Las lecciones de las crisis de los últimos 12 años nos tendrían que llevar a construir Europa por el segundo camino.