Una estudiante tomando apuntes en una clase
20/07/2024
3 min

Los informes de investigación que son noticia han sustituido el sentido común, alimentando un pedagogismo ambiental según el cual la educación se reduce a una maquinaria de procesos cognitivos orientados a resultados: llegado el caso, serían perfectamente reproducibles con un buen sistema de inteligencia. licencia artificial. Estudiar para obtener buenas notas forma parte de estos procesos cognitivos. Se trata de identificar los mecanismos que permitan un encaje entre una serie de premisas iniciales con resultados de aprendizaje. El último informe publicado en Cognitive Research: Principles and implications, con una muestra de 3.400 estudiantes de Secundaria en Cataluña, concluye que “sólo los métodos que permiten entender lo que se estudia (y no sólo replicarlo) se relacionan con un nivel más alto de aprendizaje y unas mejores notas en 'ESO.” Esta noticia nos tranquiliza sobre medida (lo digo con tono de fina ironía), teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, dichas evidencias demuestran empíricamente lo que la intuición y la experiencia nos habían enseñado tradicional e históricamente: es decir, por el hecho de estar y pensar en ello, a medida que los problemas reales iban surgiendo en contacto con el tejido humano educativo, conformado por la vida diaria de los chicos y chicas que conocemos y con quienes hemos establecido un vínculo formativo irreductible a jefe encaje, pero sí abierto a las posibilidades de lo que podemos explorar juntos.

Hace unos años, cuando los alumnos pedían al más espabilado o espabilada de la clase los apuntes sabían lo que se hacían. Quien sacaba mejores notas solía conocer las manías y preocupaciones del profesor, qué valoraba más y, en definitiva, qué esperaba de los alumnos. Muchas veces quien sacaba mejores resultados (a quien más gente pedía los apuntes) era quien escuchaba más en clase, no tenía miedo a hacer preguntas obvias y, además, escribía con frases más ordenadas el discurso de una asignatura que se enseñaba magistralmente . Buena parte del aprendizaje consistía en la explicación del profesor y en la capacidad de los alumnos de integrarse (a veces de asimilarse). Pero quien tenía buenos apuntes había entendido la asignatura y, además, escribía a mano pulcramente, utilizaba colores para realzar el texto, dividiéndolo en subapartados; no hacía faltas de ortografía ni se equivocaba en las definiciones; había consultado otras fuentes. Replicaba el punto de vista del docente, para estudiarlo y después ponerlo en el examen, pero también lo entendía singularmente, porque iba más allá de la mera réplica. Estos apuntes eran codiciados de forma general.

Actualmente, en la universidad, se realizan “comisiones de apuntes” que serían una especie de cooperativa de producción de apuntes, donde se participa confeccionando cada tema de una manera compartida. Hacer apuntes es una auténtica relación de producción: ha pasado de ser manual a entrar en un proceso de industrialización. En breve los apuntes los hará un robot.

En 1932, en el Instituto-Escuela del parque de la Ciutadella dirigido por Josep Estalella, no se hacían exámenes. No se ponían notas. Lo que importaba era el interés por el saber conectado con la experiencia de la realidad, de lo que se veía y se hacía todos los días. No existían “los apuntes” porque las clases eran de tipo práctico, y muchas veces al aire libre o con visitas a lugares de interés: “Esto lo comprendieron muy rápido en los museos de Barcelona, ​​y pronto se consideró naturalísimo verlo hay chicos y chicas tomando notas e inquiriendo datos.” Cada niño tenía una libreta en la que anotaba lo que observaba. Era una especie de eso que en inglés llaman uno scrapbook, un cuaderno personalizado con diversos materiales, estilos, textos, dibujos, esquemas: “La oportunidad, el hecho del día, una nota insignificante, una nada (haberse helado el agua en el surtidor; el brotar de un árbol; el abrirse de una flor) alteraban totalmente el orden del estudio.”

Una cosa es hacer apuntes y otra muy diferente tomar notas. La investigación cognitiva trata de cómo gestionar los apuntes considerando un sistema de procesos básicos que se pueden entrenar independientemente de quién está detrás. ¿Qué hacer con los apuntes para sacar mejores notas? Premisa incorrecta. Más bien se trata de indagar las razones por las que, en el sistema educativo y concretamente en secundaria, ya nadie toma notas. Una nota "denota" la presencia irreductible de una persona que, desde su propia historia, la relación que establece con los demás y la mirada que da al mundo, quiere saber. Sin embargo, estos informes han olvidado la presencia, en todo saber, de algo que no se aprende.

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