

En 1911 Gaudí (no es un local de brunch) tuvo una larga conversación con la brucelosis. Más conocida como "fiebre ondulante" (¿Montaigne? ¿Las patatas? ¿El surf?), la enfermedad estuvo a punto de llevarlo al paro. El arquitecto sudó el tocino obligado en un sanatorio de Puigcerdà. En este diálogo de altura entre la vida y la muerte vislumbró la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. La cruz, el dolor, la muerte. Como Jesús. Como Antonio a punto de salir volando hacia el cielo, o el infierno. ¿Pero este sufrimiento exudando espíritu y piel quiere decir que no era por Barcelona?
Cada época sueña la siguiente. Gaudí estaba en la bañera del sufrimiento y el escritor Xavier Alemany acota la Visión de la ciudad futura. Mirem la bola del vident de 1911: "He vist la Ciutat nova, la Ciutat del present, la ni remotament somniada en altres jorns Ciutat del pervindre. La immensa Barcino s'explana i eixampla en proporcions fora de mida. Ja no són el Llobregat i el Besòs. Saltant per damunt dels rius s'estén per la costa des de Montgat fins al Garraf i són llurs barriades extremes Montcada, Rubí, Vallcarca i Olesa de Bonesvalls. I entre caserius i edificis públics verdegen parcs i boscos i jardins i prats. Tot és nou: institucions, governs, costums. El Comitè Directiu Internacional ha suprimit les guerres. No existeixen exèrcits: ni militarisme, ni antimilitarisme. EI Comitè Directiu Internacional ha suprimit d'una plomada el Cel, l'Infern i el Purgatori. No hi ha cultes ni religions. No existeixen clericals ni anticlericals. Ningú pensa en morir; tothom anhela viure. Això és la Ciudad nueva: el imperio de la Vida. Labora el pueblo: el amo es la Ciudad. Los vecinos sin distinción cada día hacen su tarea: dos horas de ocupación que la moderna maquinaria ha convertido en distracción agradosa, sencilla y leve… se mantiene a todo el mundo y no hay clases sociales”. Todo ideal, puro, insuperable, maravilloso... Gracias a los psicotrópicos.
"El morfeol, la maravillosa droga del siglo XX, la suprema conquista de la química farmacológica, remataba sus efectos. Yo me dejondaba suavemente; poco a poco sentía el regreso de la vida. ¿Dónde estaba? ¿Dónde me encontraba? ¿No lo sabía". El narcótico como marca Barcelona. Todo irreal. Ficticio. Imaginario. Pero la arcadia baja por el tobogán de la distopía. Barcelona Bella Durmiente Estupefaciente. Ya no se despierta del veneno y siempre cree que habrá un Príncipe que le joderá morreada utópica, de cine, y la devolverá a la vida. No.
Esta semana el New York Times abría a todo trapo: "Ciudad sin hogares ni esperanza". Barcelona capital europea de la crisis de la vivienda. Y algunos barceloneses comienzan a deslumbrar los ojos. Sonámbulos, drogados, anestesiados desde hace años y cerraduras. Mira que es dicho, editado, escrito, reescrito… Pero ya puedes silbar si el asno no quiere beber-ver. Barcelona es un zombi para barceloneses y catalanes. Una discoteca para alienígenas y caníbales. Barcelona capital dimitida de Cataluña… de la Vida. Aquí comienza todo. Cuando en 1992 la ciudad gana el mundo, pero pierde el país. Error histórico y crónico. Ha triunfado Tabarnia. La española y la mundial: el mal gusto, la mala educación, el analfabetismo existencial. Se lo han vendido todo ya todo el mundo. Sólo queda algo.
Hay que terminar la Sagrada Família. Que la compre un fondo vampiro dirigido por murciélagos. Y que hagan pisos. Millones. A persona por metro cuadrado. Así se resolverá el problema de la vivienda. Y podrá leer en los medios de la galaxia: "Barcelona lidera la solución de la vivienda". Y la droga volverá a las calles.