El pacto PSOE/Sumar reposa sobre un conjunto de proyectos, entre los que destacan las medidas que amplían el estado del bienestar. Ahora que la formación del nuevo gobierno es inminente, debemos preguntarnos qué puede suponer el desarrollo de estas medidas, y si responden a las urgencias que están necesitando nuestras sociedades.
Se plantea, en este momento, un dilema complicado. Los estados del bienestar se han desarrollado sobre todo en Europa a partir de finales de la Segunda Guerra Mundial, y lo han hecho bajo una premisa: la del crecimiento continuo y sostenido de la economía y la riqueza de cada país. Partir de la hipótesis de que este crecimiento es posible permitía pensar que una mayor igualdad no significaba empobrecer a los ricos para enriquecer a los pobres, opción que siempre encuentra una fuerte oposición, sino que se ampliaba el pastel y la mejora de los más pobres no implicaba el sacrificio de nadie; al contrario, también los sectores acomodados podían aumentar sus recursos.
Este planteamiento, y el subsecuente desarrollo del estado del bienestar, ha tenido ventajas extraordinarias; entre otros, el mantenimiento de la democracia y la larga etapa de paz en gran parte de Europa. Sin embargo, he aquí que nos acercamos a un punto crítico, porque la explotación de los recursos naturales y las formas de producción y de vida están acercándose al límite del crecimiento posible. Aunque haya mucho interés en negarlo, lo sabemos, si somos un poco serios. Y sabemos que es necesario preparar el decrecimiento, pero tratando, a la vez, de mantener la calidad de vida mediante otras formas de estado del bienestar que no impliquen más consumo.
Esta es una cuestión que se está discutiendo ya en algunos países, como Suecia, uno de los estados creadores de las políticas del bienestar: partiendo de la idea de que el crecimiento económico debe ser rápidamente detenido para asegurar a largo término el estado de la biosfera, ¿qué medidas son las adecuadas para mantener lo esencial de la igualdad y el bienestar?
Lo que se está evaluando en Suecia es la necesidad de restringir el consumo de determinados bienes materiales, y preservar - otros: la vivienda para todos, con un mínimo de metros por persona, la sanidad, la educación y unos ingresos mínimos. Y al mismo tiempo, reducción del tiempo de trabajo, aumento de los impuestos a las rentas altas, restricciones al consumo de carne... De momento, no parecen medidas demasiado populares entre los suecos: sólo la reducción de horario laboral alcanza el soporte del 51% de los encuestados, a pesar de que ya existen bastantes experiencias de este tipo funcionando desde hace algunos años. El apoyo a tasar la riqueza alcanza tan sólo el 42%, y las demás medidas tienen una aceptación francamente débil.
Pues bien, en el acuerdo PSOE/Sumar, de una forma todavía tentativa, varias propuestas van en este sentido. La reducción del tiempo de trabajo es una medida estrella, pero la propuesta es la de llegar por el momento a 37,5 horas semanales, una reducción de media hora diaria, todavía muy limitada. Existen también medidas de mejora de la vivienda para hacerla más asequible, de mejora de la sanidad y la educación, de aumento de las pensiones mínimas. Y algunas medidas que en otros países se han desarrollado hace tiempo, como las que hacen referencia a la conciliación de la vida familiar y laboral, a la gratuidad de las guarderías y de los libros escolares, entre otras. Más la restricción de los vuelos de proximidad –una medida que parece totalmente contradictoria con el proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona, que desde el punto de vista de la ecología es totalmente aberrante–. Y el aumento de tasación en las grandes fortunas y grandes empresas, que ya han empezado a amenazar con huir de nuestro país.
Habrá que hacer un gran esfuerzo de explicación de todo: crecer aparece siempre como una buena noticia, decrecer quiere decir restringir posibilidades a las que ya estábamos acostumbrados. Sentiremos lo de: “es mi derecho”, mi derecho de ir en avión a Madrid, de comer un solomillo de medio kilo, de embolsarme todos los beneficios conseguidos. El esfuerzo debe ser en gran medida cultural: volver a los derechos de lo común, a preservar la salud colectiva, frente a los derechos individuales que prevalecen ahora. Difícil, y aprovechado por una derecha que querrá sacarla, negando la necesidad de cuidar la tierra, riqueza única de todos y todas. Como nos dicen personas expertas en estos temas, hoy son los países pobres los que sufren por el cambio climático, mañana serán los países ricos y todo ello se acelera. Es necesario, absolutamente, mantener un estado del bienestar para disminuir desigualdades, y hacerlo sostenible desde el punto de vista de la biosfera.