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Borja de Riquer fotografiado en Barcelona
07/04/2025
Periodista
3 min
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1. Cataluña, ese país que iba a Ítaca y que ha quedado atrapado en Cercanías, tiene la virtud, de vez en cuando, de publicar un libro fundamental. El año pasado fue el Corazón furtivo, que con la excusa de ser la biografía más completa de Josep Pla, era el Guerra y paz en la catalana. Este año, ya ha llegado a las librerías La memoria de los catalanes, un volumen fundamental. Bajo la dirección de Borja de Riquer, se explica la construcción histórica de nuestra identidad, de un modo nada pesado, ni rígida, ni cronológica. Por el contrario, la voluntad divulgativa de los 136 expertos logra que los 221 capítulos –que nadie se averigue antes de tiempo– se conviertan en una exploración selectiva y sabia de nuestra memoria colectiva. Estamos donde estamos, en 2025, por la suma de referentes que han configurado la memoria nacional de Catalunya. Es, pues, una nueva manera –amena y rigurosa– de presentar la historia, espigando los hechos culturales, sociales y simbólicos, los lugares de memoria, personajes y conflictos. En cada página se aprenden cosas. Recomiendo tomar tres píldoras al día.

2. Empúries, Ripoll, Montserrat. Las colonias industriales, las cuatro barras o el Señor Esteve. La Nova Cançó, las fiestas mayores o el CotixCoti sardanístico. El escultismo, los castellers y los correbous. La criada, la nueva cocina o el veraneo, como costumbre social arraigada a la burguesía. Las cuatro barras, los segadores o el tamborilero del Bruc. Bernat Médico, los Juegos Florales y el padre Cinto. El Barça, el bandolerismo y la Batalla del Ebro. La renovación pedagógica, el exilio republicano o el Institut d'Estudis Catalans, como academia de referencia de la cultura. Para elegir y remover. Y para leer con una libreta al lado para tomar notas de tantos conocimientos que adquirir de nuestro mundo, de nuestro entorno y de un pasado del que somos herederos.

3. Y, tal vez, algún olvido por enmendar en ediciones siguientes. De los seis capítulos dedicados a los medios de comunicación no se habla de la prensa. Los diarios, antes de la radio, mucho antes de la televisión, jugaron un papel fundamental en la identidad catalana. Es muy pertinente todo lo que se dice de la fotografía, del cine, del cartelismo, del sueño radiofónico catalán, de la televisión como ventana del país o, incluso, de internet y de las redes sociales. Pero de toda la relevancia informativa para la población, a través de los periódicos, hasta la Guerra Civil, no se canta ni gallo ni gallina. Del fenómeno de la prensa local, tampoco. Ni del papel clave delHoy después de cuarenta años de oscuridad, ni de las traducciones al catalán deEl Periódico o La Vanguardia o, levanto el dedo, de la creación del ARA. Sí que Josep Maria Cadena, en cambio, hace un capítulo excelente sobre las revistas satíricas y la imagen que conformaban de los catalanes.

4. Ahora que viene Sant Jordi, es interesante ver su historia. En 2026 hará cien años que lo celebremos. Aunque, de entrada, el Día del Libro era el 7 de octubre, fecha del supuesto nacimiento de Cervantes. La fiesta se trasladó al 23 de abril para que no coincidiera con las ventas de libros de texto del inicio de curso escolar. Y así ha quedado por Sant Jordi desde 1931. Sorprende que, ya de entrada, se convocaba a los escritores a firmar libros en las paradas y se difundía un ranking de títulos más vendidos. Esto, pues, no es de ahora. Por tanto, al día siguiente de Sant Jordi, los diarios continuaremos publicando las listas. Y, eso sí, los medios haremos la habitual distinción entre los de ficción y los de no ficción, los de catalán por un lado y los de castellano por otro. Y el resultado, tan diferente según el idioma, nos dará cuenta de que la lengua ya determina el tipo de historias que leemos. Sin embargo, dejadme decir que si hubiera una tercera lista, la de los libros imprescindibles, este volumen de La memoria de los catalanes, pletórico y exhaustivo, debería estar en lo alto del podio.

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