Una niña en la escuela Amparo Albau de Alaquàs, una de las zonas afectadas por la DANA.
13/11/2024
4 min

La primera vez que se ha hecho la Global Education Meeting de la Unesco (2024) en el Sur Global, nos hemos reunido en la ciudad de Fortaleza, en el estado de Ceará, uno de los más pobres y al mismo tiempo referente en educación. Es aquí donde se vive el llamado “milagro educativo de Sobral”, un municipio que siendo uno de los más pobres y con malos resultados se ha convertido en un faro de inspiración para su estado, el país y el continente entero. Hace apenas 10 años, el municipio ocupaba los sitios más bajos en las pruebas nacionales. Hoy se encuentra en el primer lugar y el rendimiento en sus escuelas públicas compite con las de mayor prestigio mundial. Valtencir Mendes, de la oficina de la Unesco para América Latina y el Caribe, habla de Sobral como de “nuestra Finlandia”. Pero, ¿qué sabemos de lo que se hizo en Sobral? En primer lugar, y todo el mundo coincide, existía un fuerte liderazgo político en materia educativa, que se ha sostenido en el tiempo. En segundo lugar, se tenía un objetivo fundamental: que ningún alumno pasara segundo grado sin saber leer ni escribir. Para conseguirlo: autobuses gratuitos para reducir el absentismo, evaluaciones periódicas, un plan de estudios en torno a la alfabetización, el desarrollo profesional práctico de los maestros con recompensas por el desempeño y la preparación de los líderes escolares, con un alto grado de autonomía pero también con soporte y responsabilidad.

Participar de este encuentro Unesco me ha hecho aún más consciente de cómo hoy, en todas partes, la educación es víctima del cambio climático y de los ataques de las guerras y las bombas, que han aumentado de forma escandalosa y dejan a miles de niños sin escuelas. También es víctima de la pobreza y la inmensa brecha de desigualdades. Miles de niños, y muy especialmente las niñas, no van a la escuela porque deben cuidar de sus hermanos o trabajar. Un dato estremecedor está presente en todos los debates: en los países más pobres, con bajos ingresos, el 33% de los niños no van a la escuela, en comparación con el 3% en los países más ricos. En este mundo global, tan maltratado, he tenido conciencia de norte, al tiempo que he sentido que la fragilidad es humana y que puede estar al lado de casa. Y es que he seguido de cerca a pesar de la distancia los desastres en la Comunidad Valenciana y en especial en Algemesí. Estuvimos dos días sin noticias de un amigo que es director de escuela. Sus mensajes posteriores han sido un testimonio de cómo la escuela y la educación pueden ser víctimas, a la vez que una enorme fuerza para resurgir y dar esperanza. ¿Quién no ha visto a jóvenes y estudiantes de secundaria limpiando calles, casas y escuela y siendo de gran ayuda? Desde otros lugares, maestros y comunidades escolares están inventando mil formas de poder ser solidarios con acciones concretas.

Durante el encuentro global, la Unesco ha presentado su nuevo informe mundial de seguimiento de la educación 2024: Liderazgo en la educación. Liderar por aprender. Un informe que quiere poner de relieve el papel clave que juegan los líderes educativos, a menudo ignorados, líderes que son agentes de cambio más que gestores, responsables de marcar el rumbo de las instituciones y equipos. La Unesco aporta datos y un análisis detallado del estado de la educación, y hace un clamor a la importancia de tener buenos líderes escolares, políticos y de sistema que ayuden a impulsar la educación en la dirección correcta, ante los enormes retos educativos, que siguen siendo desalentadores. Según la Unesco, un liderazgo fuerte es colaborativo y saca lo mejor de los equipos, mejora la práctica docente y los resultados de aprendizaje de los alumnos. Tener direcciones de escuela eficaces garantiza escuelas seguras, saludables e inclusivas.

Mi amigo director envía mensajes de esperanza a sus amigos y colegas de todo el mundo en un vídeo: “Agradezco sus palabras de ánimo, y los mensajes que ayudan a pasar las largas noches. Lo hemos perdido todo pero estamos bien y lucharemos por reconstruir lo que queda. Estamos en la escuela trabajando para que se pueda abrir e intentar acoger a los más pequeños lo antes posible porque los pequeños están preocupados y sufren mirando lo que viven sus mayores. Esta situación también está sacando lo mejor de la gente, y de los más jóvenes. Gracias a todo el mundo, nos sentimos queridos y los mensajes de apoyo nos ayudan, estar bien sentirse querido”. Y de repente oímos cómo cambia el tono de voz, y nos habla en valenciano: “Para los niños del cole, si alguno lo ve, si alguna madre ve este mensaje: ¡ey!, que dentro de cuatro días estamos en el col y volvemos a vernos enseguida. No sabéis qué es que sean las once de la mañana y no oír: «Que salga el director, que salga el director, ¡queremos más patio!» Bueno, el patio tardará un poquito más, que está lleno de barro, pero en ver si pronto viene por la escuela, que tengo ganas de veros. Los maestros están bien y con ganas de veros. Os echamos de menos, que sois la alegría de nuestra vida, sois el motivo que nos hace levantarnos de la cama e ir a la escuela cada día a atenderle. Así que sólo podamos, sólo podamos, venimos al cole y nos contamos todo lo que hemos pasado estos días, todo lo que hemos visto, todo lo que hemos vivido. ¡Un abrazo gigante en todo el mundo y venga! Que de ésta también saldremos”.

Ceará es también la tierra de Paulo Freire, y ya desde el primer día –en la inauguración del Congreso– el legado y el liderazgo del gran pedagogo brasileño han estado presentes. La suya era una pedagogía de la esperanza, como necesidad ontológica e imperativo histórico: "Ensinar exige alegría y esperanza".

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