BarcelonaEste mes de febrero y marzo me he encontrado inmersa en las jornadas de puertas abiertas de las escuelas de mi municipio. Como madre temprana, vivo en primera persona el peso que damos las familias a la educación formal de nuestros hijos e hijas que tantos años les acompañará. No me ha llamado la atención ver que en todas y cada una de las escuelas que visitamos, surgió una pregunta: "¿Cuándo empieza a hacer inglés?"
Debemos entender esta obsesión (desmedida) si observamos los malos resultados en esta lengua en nuestro país. Son muchas las realidades que hoy en día hacen que el inglés cueste, tanto dentro del sistema educativo como fuera: la falta de contextos en los que utilizar la lengua de forma natural y no forzada, la sobredosis de gramática en las aulas, el poco uso que le damos a la lengua, la falta de experiencias de inmersión, el miedo a no sonar "como el nativo", la falta de formación docente... Y, sin embargo, se nos empuja cada vez con más fuerza a introducir el inglés y lo antes posible. Y quizás nos falta centrarnos en ciertas palabras clave: cómo?, cuándo? y ¿quién? ¿Cómo introducir el inglés a los niños? ¿Qué metodologías o enfoques pedagógicos pueden sernos útiles? ¿Cuándo podemos o debemos empezar? ¿Y quién puede introducir el inglés de forma natural, no forzada y, sobre todo, significativa en la etapa de infantil?
Así pues, ¿qué respuesta deberían dar los maestros y maestras de estos centros donde se les pide por el inglés? Algunas escuelas optan por no hacer nada durante la etapa infantil. En otras escuelas, la enseñanza de esta lengua la inician en I3.
Como profesional del ámbito, veo que esta pregunta y estas respuestas debemos llenarlas de argumentos. Las escuelas que optan por no hacer inglés de 3 a 5 años deberían poder justificarlo. Entre otras cosas, para hacer pedagogía a familias algo demasiado estresadas. Hay que informar a las familias de qué es prioritario, qué es importante y por qué. Quizás no tenemos docentes suficientemente formados y, por tanto, preferimos priorizar otros aprendizajes que aportarán mucho más a los niños (argumento totalmente lícito). Las escuelas que optan por empezar a ofrecer inglés a I3 deberían dar respuestas que llenaran el cómo se hace el inglés, ya que aquí es donde está lo esencial.
Despertar la conciencia plurilingüe
Hay que decir que entre el SÍ y el NO, existe un camino a recorrer que es muy a menudo olvidado: el desarrollo de la conciencia plurilingüe. En el mundo hay muchas lenguas, todas ellas con el mismo valor, y en las aulas, también. ¿Por qué quedarnos con el sí o el no en inglés? ¿O con el sólo inglés o nada más? ¿Por qué no empezar a abrir la mirada, despertar conciencias sobre la diversidad lingüística y cultural que nos rodea? Los niños que viven rodeados de diversas lenguas son capaces de pensar sobre ellas, de ponerles nombres, de reflexionar sobre su uso y rol en su vida cotidiana. Esto es un regalo que deberíamos hacer a todos los niños: prácticas plurilingües que despierten la conciencia de un mundo lingüísticamente diverso y rico.
Quizás por ahora la respuesta más realista la encontramos entre el Sí y el NO. Aunque decidimos no hacer inglés en infantil, la conciencia plurilingüe es algo que se puede ir despertando desde las primeras edades: ¿qué lenguas hablamos en clase? ¿En qué regiones del mundo se hablan estas lenguas? Sara tiene un primo que vive en Alemania... ¿Cómo suena el alemán? Roger tiene unos tíos en Inglaterra... Nos puede enseñar alguna canción que sus tíos le cantan en inglés. Mohammed en casa habla árabe, nos presenta a los protagonistas de su cuento preferido, que son animales, en árabe. Katinka tiene unos padres que tienen amigos de todas partes, y con ellos siempre hablan inglés. ¿Le suena alguna frase que oye a menudo?
Conversamos sobre lenguas. Es el primer paso para entender las razones para querer aprenderlas. Podemos decir, con honestidad y argumentos, que no hacemos inglés, pero que abrimos la mirada a la diversidad lingüística, donde cabe el inglés.
De cara al futuro, creo que es la combinación de esas tres palabras clave que he mencionado anteriormente (el cómo, el cuándo y el quién) lo que nos lleva a posibles soluciones. El cómo es importante, el cuándo depende del cómo y el todo depende del quién. Si uno de estos pilares falla, desde mi punto de vista, no es necesario realizar inglés en la etapa infantil. Dicho de otro modo, si se hace, si nos ponemos, hagámoslo bien y con un proyecto a largo plazo, donde predomine siempre el vínculo del niño con la persona de referencia y donde se naturalice comunicarnos en un otro código lingüístico de forma implícita. Además, no hay que olvidar que, aunque el inglés se ha convertido en una herramienta que nos aporta muchas ventajas personales y profesionales, necesitamos este despertar de la conciencia plurilingüe más que nunca, ya que es la base para tal que los niños de las futuras generaciones entiendan y normalicen la diversidad lingüística y las puertas que ésta les abre.