

Ha vuelto Trump. El personaje parece tan potente que tiene a todo el mundo fascinado, unos aplaudiendo y otros temiendo lo que este hombre puede provocar. Que desde mi punto de vista puede ser muy grave. Pero, para entender lo que ha pasado, hay que mirar más allá de él: siempre, en determinadas situaciones sociales, aparece algún ego desmedido, aparentemente causante de todos los cambios, cuando, de hecho, suele ser fruto de unas circunstancias que lo hacen posible. ¿Y cuáles son las que han propiciado la llegada de Trump?
En el pasado, varios momentos han presentado una configuración social similar a la actual: son momentos en los que se produce un cambio de élites dominantes, como está ocurriendo ahora en EE. UU. Un nuevo grupo de magnates, los que tienen las riendas de las nuevas tecnologías, han acumulado fortunas inimaginables hasta ahora, gracias a los procesos de mundialización, que les han permitido chupar riqueza casi del mundo entero. Ya hace años que han tratado de imponer, con bastante éxito, sus condiciones a los gobiernos, amenazando con retirada de capitales, cierre de servicios informáticos, deslocalizaciones... Ahora ya no les basta: ¿por qué no actuar desde los gobiernos directamente, ocupándolos y pudiendo eliminar cualquier tipo de leyes, poderes y obstáculos que se opongan a sus negocios?
Su manera de proceder es siempre muy parecida: prioridad al más fuerte, que teóricamente beneficiará a todo el mundo, una idea que ahora han ejemplificado con el ejemplo de la copa de cava. Nacionalismo a ultranza, Deutschland über alles, America first, etc. Afán imperialista, anunciado desde el primer momento. Machismo exacerbado: las mujeres al servicio de los hombres y de los hombres fuertes, los vencedores. Y a hacer criaturas, que es su destino. Populismo: para llegar al poder en las sociedades democráticas necesitan votos de la mayoría, a la que seducen con promesas de prosperidad. Recordad: la "camisa azul" de la Falange era de un color "neto, entero, serio y proletario". Algunos sabemos el trato que se dio al proletariado bajo la dictadura franquista. Negación del saber, que puede llegar hasta la quema de libros.
Pero hay más, todavía: también necesitan eliminar las construcciones legales anteriores y los aparatos democráticos que las sostienen, como los Parlamentos, que podrían poner trabas a sus ambiciones. Por una razón poderosa: tienen que deshacerse de las élites anteriores, que todavía tienen fuerza y se apoyan en la estructura legal e institucional. En el caso actual, todo ello con una brutal transparencia, anunciada sin piedad ni subterfugios desde el primer día. La prepotencia, presentarse como capaces de todo, es también, efectivamente, una característica de estos aspirantes a dictadores, que utilizan el miedo para imponerse.
Hay, sin embargo, me parece, dos diferencias sustanciales con el pasado. La primera: en los casos anteriores, siempre existía alguna fuerza que quedaba fuera de su influencia y que, tarde o temprano, acabaría ganando la partida y restableciendo alguna forma de equilibrio. El Imperio Romano fue liquidado por los bárbaros, en mucho tiempo, claro, que entonces todo era mucho más lento. Estados Unidos venció al nazismo. Ahora, todos estamos en la misma olla, ya no hay nadie fuera, excepto China, quizá, que aparentemente sigue el mismo camino de capitalismo salvaje, aunque apunta ya en muchos momentos al enfrentamiento por la hegemonía mundial. Pero si tenemos que esperar de China la preservación de los derechos humanos...
La segunda: tampoco de luchas internas hay que esperar mucho; la clase trabajadora, durante muchos años, se enfrentó a la burguesía, le puso límites y le arrancó ventajas. Por razones muy diversas, ya no desempeña este papel: la clase que hoy se ha creado a las antípodas de esta nueva élite está formada básicamente por los inmigrantes, los pobres de los pobres, sin ningún tipo de poder para enfrentarse a nada. Y que con su llegada han suscitado más bien el temor de los trabajadores autóctonos, que, a menudo, preferirían que se los expulsara y, por lo tanto, apoyan las políticas de la derecha.
Dicho todo esto: hundirnos en el pesimismo y el miedo no son soluciones para nada. Hay lógicas muy potentes en la historia, pero el futuro nunca está escrito, y es posible que ya apunten otras fuerzas sociales aún no visibles que puedan llegar a hacer de contrapeso. Es necesario que nos unamos, que nos dejemos de peleas internas que de repente son ridículas ante la magnitud de lo que puede pasar. Una vez más, necesitaremos mucho optimismo de la voluntad para hacerle frente, pero la historia nos dice que, sin embargo, la humanidad ha sido capaz de hacer avanzar a la civilización y que las ganas de vivir y pervivir han acabado siempre venciendo en las catástrofes.