Un campo de naranjos en la Comunidad Valenciana.
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Lo dicen los amigos del ministro de Agricultura tortosino Marcelino Domingo. Lo chilla a su lado Fernando Valera en 1933. Director general de Agricultura de aquel gobierno de la República. Valenciano y fundador con el catalán del Partido Republicano Radical. Están en medio de un mitin en Alzira. Ribera del Júcar. Capital del oro valenciano: la naranja. Aquí Valera saca el radicalismo del sentido común: "De Catalunya recibimos nosotros los fueros y el idioma, y ​​los intereses agrícolas de Catalunya y Valencia son los mismos". Porque si cortamos la naranja y la manzana por la mitad, hay esto.

Quien coge el cuchillo de doble hoja en los años treinta es el economista catalán, pero valencianizado, Romà Perpinyà. Corta y brotan dos mapas. Una zona interior con veintiséis provincias castellanas, más Logroño, Navarra, Aragón y Sevilla, Córdoba, Jaén. Y la periferia: veintiuna provincias, con Galicia, Asturias, Santander, País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia, Almería, Granada, Málaga, Cádiz, Huelva. Todo es diferente: población, densidad, riqueza, consumo, estructura urbana, agricultura, producción, industria, transportes... ¿Hacia dónde gira la hoja de la navaja?

Vamos al microscopio de la tierra. Perpiñán es un catalán frío, matemático, preciso. El hombre que monta el primer servicio de estudios económicos de España. Colaborador de Francesc Cambó, se establece en Valencia en 1930 y dirige el Centro de Estudios Económicos Valencianos. Él ve algo: el presente es Cataluña y Valencia. El mañana, Europa. El futuro es la exportación. Azules. Naranjas. Verdes. Colores. Oros. Miremos con dos ojos.

Si observa la zona mediterránea produce productos para exportar: arroz, patatas, hortalizas y... fruta. Pero es que la obsesión de Perpiñán va más allá y vio la luz señalando y relacionando los intereses económicos comunes de Valencia y Catalunya. Este deseo de Europa, esa realidad de dos naciones que ya en 1910 representaban el 38% de todas las exportaciones de España. Pues este tiralíneas geográfico y agrícola en 1932 llega ya al 75% hacia fuera. Mosadas sabrosas y generosas para todos.

La diagnosis dorada de Perpiñán es clara: crear un mercado central de frutas y verduras en Barcelona para sacar zumo a catalanes y valencianos. Así... “La creación de un Mercado Central de frutas y verduras con la intención de centralizar la venta de productos agrícolas de otras regiones y al mismo tiempo con el deseo de que este mercado se convierta en una gran lonja internacional interesa primordialmente a Valencia” . El Corredor Mediterráneo económico, cultural, político es natural, real. Pero el Corredor Mediterráneo no existe, ni quiere hacerse. Porque hay una DANA antes de la DANA de hoy.

La catástrofe natural es este coitus interruptus forzado, permanente, entre la Comunidad Valenciana y Cataluña. Éste convertir a los descendientes de Jaime I en una urbanización de Madrid. En un parking de supermercado de la nada para cayetanos y quillosEste destruir ya dice lo que había, y lo que todavía hay, construido: somos familia y nos quieren mutar a criaturas deformes, estropeadas, leprosas, de laboratorio químico del estado nacional-español-colonial

Azira de aquel mitin confederal de Domingo y Valera ha quedado arrasada por la DANA meteorológica y por la DANA de el analfabetismo letal del gobierno valenciano, pero también por el del estado español (español-oxímoron-monarquía-parlamentaria-en-mal-estado-moriré-matante). , pequeña y esclava: latifundios. Unos pocos tienen el todo. tierra que nunca sabrá mentir. Quieren la tierra no libre para expoliarla, ocuparla.

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