Las empresas plantan cara (en Alemania y aquí)


El mundo económico suele practicar la discreción en términos políticos para mantener cierta neutralidad que no perjudique sus intereses. Pero estamos inmersos en momentos inciertos y algunas empresas comienzan a manifestarse por defender los valores que las han visto nacer y crecer, los valores fundacionales de la democracia europea.
"Hemos llegado a un punto crítico: es hora de actuar". Esta proclama, que creeríamos de un activista social, proviene del presidente de la empresa alemana Siemens, Roland Busch. Son palabras más bien extrañas en boca de un gran empresario, pero hoy nadie puede permanecer indiferente.
Las elecciones alemanas han encendido todas las alarmas. Se perfila la sombra inquietante de una extrema derecha en ascenso, capaz de sacudir los cimientos de un país que, durante décadas, ha luchado por preservar su democracia, recordando su terrible historia. No es de extrañar, pues, que los grandes titanes de la industria –los presidentes de Siemens, Mercedes y Deutsche Bank– hayan alzado la voz con una advertencia contundente.
Advierten del peligro de un voto de rabia, de un impulso visceral que, en vez de corregir el rumbo, podría hacer naufragar a la nación en aguas de división y xenofobia. Saben que el precio a pagar no sólo es económico, sino también ético: el futuro de Alemania está en juego. Y en ese gesto audaz, en este llamamiento a la razón, desafían abiertamente a figuras poderosas como Elon Musk y Donald Trump, que alimentan el fuego de la extrema derecha en toda Europa.
No es la primera vez que lo hacen. En mayo del 2024, en plena campaña por las elecciones europeas, crearon una alianza llamada Defendemos los Valores junto a 30 grandes consorcios empresariales de Alemania para evitar caer en posiciones extremas. Avanzar económicamente no significa retroceder en términos de valores, defienden. Les preocupa la polarización social y política, más allá de la inmigración, aunque resulta obvio que para ellos es imprescindible la llegada de personas extranjeras.
Este valioso gesto evidencia el papel fundamental que el empresariado puede desempeñar en la sociedad en la que se inscribe. Lejos de ser entidades aisladas que buscan únicamente su propio beneficio, las empresas están formadas por personas que piensan, sienten y conviven en una comunidad con inquietudes, necesidades y aspiraciones compartidas. Participan de sus inquietudes y celebran sus triunfos. Por eso resulta tan significativo que se atrevan a levantar la voz en defensa de los valores y de la democracia.
Hace unos meses tuve la oportunidad de hablar ante un auditorio lleno de personas del sector económico en una sesión organizada por la Unión Empresarial de Anoia. Estaban explorando las posibilidades de implantar nuevos liderazgos en sus organizaciones, nuevas fórmulas que las mejoraran. Se requiere valentía para abordar ámbitos en los que se trabaja la distribución del poder, en lugar de la no acumulación en unas únicas manos, como algunas ya practican con el coliderazgo. Y no es casualidad que las mujeres fueran protagonistas de la sesión con el grupo UEA Inquieta, como abanderadas de la defensa de la dirección por valores.
La razón es que la generación de riqueza siempre debe estar vinculada a reforzar la cohesión social, en palabras de Xavier Panés, presidente de CECOT. Esta organización se ha sumado hace pocos días, junto con otras muchas, al Manifiesto por una economía con propósito, donde se reconoce la importancia de las empresas a la hora de generar un impacto positivo en la sociedad, más allá de los beneficios económicos. Estos valores son también los que impulsaron a PIMEC a fundar la primera entidad empresarial de acción social en Europa, desde la que desarrollan programas para la segunda oportunidad, contra el edadismo oa favor de la presencia de las mujeres en el mundo económico.
En un paisaje empresarial como el nuestro, donde predomina el tejido de autónomos, microempresas y pymes, escuchar voces que defienden la responsabilidad social desde el convencimiento, y no como política de escaparate, es imprescindible. Empresas que creen en la corresponsabilidad del desarrollo socioeconómico pero también en el cuidado de las personas y del planeta.
Ante el miedo, la herramienta preferida del autoritarismo, el mejor mecanismo de defensa es enfrentarlo. Esto es lo que hacen algunas empresas y mucha sociedad civil. El eco de sus voces resuena en el paisaje político convulso, un aviso claro para quien quiera escuchar: la historia ha enseñado suficientes lecciones para que nadie pueda decir que no sabía sus consecuencias. Plantamos cara.