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Un paracaidista exhibe una bandera de la Unión Europea durante unas jornadas festivas en Berlín.
Fernando Trias de Bes es escritor y economista
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Ya se ven venir las políticas proteccionistas de Donald Trump y la creación de aranceles en el comercio internacional. Los principales organismos económicos, como el FMI o el Banco Mundial, están alertando de las subidas de costes y, por ende, de la repercusión en forma de inflación que esto puede acarrear.

Resulta llamativo porque normalmente los países más ricos son los que prefieren que se liberalice el comercio internacional. A pesar de sus dificultades, EE. UU. sigue siendo el país más rico del mundo. ¿Por qué entonces empezar a poner impuestos a las importaciones?

Debemos, para ello, tomar cierta perspectiva sobre algunos indicadores clave que demuestran que la primera potencia mundial está cada vez más amenazada en su liderazgo y crecimiento económico.

El primero es la desindustrialización. Desde 1970, la industria manufacturera ha caído más de un 30%. Y eso se debe, principalmente, a los acuerdos de libre comercio.

Por otro lado, desde la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio, Estados Unidos lleva un déficit comercial (es decir, importa más de lo que exporta) acumulado gigante. En 2022 fue de 945.000 millones de dólares y no ha habido prácticamente año en la última década en el que haya bajado del medio billón de dólares. El problema es realmente crónico.

Eso ha provocado que Estados Unidos sea dependiente de otros países, principalmente China, en gran cantidad de bienes estratégicos, como semiconductores, paneles solares y materiales médicos. Los aranceles van encaminados a fomentar la producción nacional y reducir lo que los americanos perciben como una vulnerabilidad.

Por otro lado, aunque la economía estadounidense ha crecido, los salarios reales (es decir, ajustados por inflación) llevan estancados mucho tiempo. Según el Pew Research Center, el poder adquisitivo del salario medio en 2021 no era significativamente superior al de 1978. Proteger industrias locales pretende que, a la larga, vuelvan a generarse empleos y que estos se produzcan con salarios más competitivos.

Es decir, Estados Unidos está mucho más debilitado de lo que se piensa. Por eso, los estadounidenses han votado a un populista y extremista como es Trump.

Solo un país débil y amenazado pone aranceles. Es una regla no escrita, pero cierta, de la economía. Aquí, lo digo desde hace tiempo, el principal perjudicado será la UE. Más que China. Se avecinan curvas en 2025.

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