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Familiares y víctimas de la DANA en el País Valenciano se manifestaron este jueves ante las Corts para pedir la dimisión del presidente de la Generalitat valenciana.
20/02/2025
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Mientras el mundo va a la catástrofe, como avisaba el poeta Estellés, el PP valenciano, con Carlos Mazón a la cabeza, sigue arrastrándose literalmente en el barro. La juez del juzgado de instrucción número 3 de Catarroja, Núria Ruiz Tobarra, se ha decidido a investigar los hechos del pasado 29 de octubre y ya ha situado al gobierno valenciano en una situación que puede llegar a ser judicialmente comprometida, al haber afirmado, en dos escritos, que los muertos por la DANA se pudieron evitar ". Cuando finalmente estos avisos llegaron ya era demasiado tarde y además contenían informaciones erróneas. Por el momento, la juez quiere conocer al detalle qué autoridades se incorporaron al Cecopio entre las cinco y las ocho y once minutos de la tarde. Debemos desearle suerte, porque de momento no ha sido posible ni siquiera ver la factura del célebre almuerzo de Carlos Mazón de ese día: el único documento que se ha hecho público ha sido el horario en el que estuvo operativo su coche oficial, con el detalle de que el chófer comió en algún momento de la jornada.

Siguiendo esta línea infantil y chapucera de eludir responsabilidades, Mazón y su entorno llegaron a difundir hace unos días un audio manipulado, con una conversación entre una trabajadora de la Aemet y otra del 112, convenientemente cortado para que pareciera que decían lo que no habían dicho. Era una maniobra desesperada que se encaja dentro de una de las líneas de defensa del gobierno valenciano del PP y Vox: cargar a los funcionarios y trabajadores públicos las culpas de las actuaciones (la falta de actuaciones, más bien) de los gobernantes. Por el mismo precio, Mazón ha disparado también contra los bomberos, la propia Aemet, la Confederación Hidrográfica del Júcar, etc.

Políticamente de momento lo consigue, con el apoyo de Vox, que este jueves en las Corts Valencianes ha vuelto a demostrar que su ruptura con el PP era sólo una escenificación más o menos táctica. Sin embargo, en la práctica los dos partidos de la derecha ultranacionalista española saben que se necesitan mutuamente, ya pesar de todos los rencores y suspicacios que los separan no se olvidan de sumar siempre que es necesario. Mazón, por tanto, seguirá en el poder, y es evidente que aspira no sólo a mantenerse, sino a agotar la legislatura y presentarse a la reelección habiendo realizado el goloso trabajo de repartidora de contratos en las tareas de reconstrucción.

Ahora bien, las investigaciones judiciales y la indignación de los damnificados (que, contra lo que debía calcular el PP, no se apacigua con el tiempo) pueden convertir su mandato en un largo período de agonía política. Sobre todo si el propio Mazón –siguiendo el estilo trumpista de Ayuso en Madrid– se dedica a alimentar esa indignación despreciando a las víctimas y enfrentándose a ellas. Al final no hablamos tan sólo de gobernantes mentirosos y corruptos y de gestiones desastrosas con un resultado de 227 muertos que podían haberse evitado. Hablamos también de una pura cuestión de calidad humana.

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