Son Goku, el protagonista de Dragon Ball
08/03/2024
2 min

Recuerdo suficientemente el gigantesco impacto cultural y lingüístico que significó la emisión de Dragon Ball por TV3 en la década de los 90 para entender y empatizar con el duelo generacional que observo desde esta mañana entre los hijos de losboomerosy otros milenniales a raíz de la muerte del creador de la serie, Akira Toriyama. Son las criaturas que se quedaban hipnotizadas ante el televisor cuando la inolvidable voz de Jordi Vila les invitaba a seguir las peripecias de Son Goku a la expulsión de las siete bolas de dragón.

En aquella época, la televisión era el medio prescriptor de casi todas las tendencias y consumos populares, pero, además, cualquier generación de la época podía encontrar en TV3 un contenido del que hablar al día siguiente con su tribu.

Dibujos japoneses en la tele ya había habido en TVE, como por ejemplo Meteoro y las no menos míticas Heidi, Marco y Mazinger Z, que alcanzaron niveles de fenómeno de masas. Pero como telespectador educado en loscartuonesamericanos de finales de los 50 y 60, me hacían bola losalmasjaponeses, con su hieratismo, tremendismo y épica de fantasía y ciencia ficción. Nosotros habíamos crecido con la ironía cáustica, la burla del peligro y la irreverencia ante la autoridad deel único conejo ganador de un Oscar,Bugs Bunny, y toda latroupeestrafalaria de la Warner Brothers, incluidas las trampas para coyotes de la marca Acme. Aquellos personajes cultivaban un sentido del humor que daba pistas a los niños para entender de qué se reían los adultos y cuáles eran los códigos de calle que se encontrarían cuando fueran mayores. En esa televisión oficialista, pocas frases sonaban más alternativas que aquel desafiante “¿qué hay de nuevo, maestro?”

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