

Wolfgang Münchau
"La complejidad va más rápida que nuestra capacidad de construir consensos", dice Wolfang Münchau en una cena que organiza su editor, Jordi Nadal, en Barcelona. El autor de Kaput. El fin del milagro alemán explica, pocos días antes de las elecciones, cómo la crisis alemana se ha convertido en estructural por el dominio de las empresas manufactureras que compiten entre ellas y buscan optimizar la competitividad abaratando costes. Para el fundador de Eurointelligence y ex periodista del Financial Times, la economía alemana ha puesto solo el foco en la competitividad por encima de la innovación, sin sentar las bases para las empresas tecnológicas creadas en el s. XXI. El ambiente europeo es hostil con las empresas y Münchau considera que la regulación asfixia a las empresas de inteligencia artificial y datos en la UE.
La austeridad en Alemania ha durado demasiado tiempo y las infraestructuras se han anquilosado. El resultado es una crisis económica profunda y una agitada sociedad que busca respuestas fuera de los partidos tradicionales y señala a la inmigración.
La conversación conduce a la idea de que el declive de Alemania puede ser también el declive de Europa. Para Münchau, la Gran Crisis debería haber sido un despertar comunitario que hoy ya no será posible por el renacimiento del nacionalismo. El caso es que "el cambio a través del comercio" no ha salido bien y los tiranos también comercian sin necesidad de abrazar la democracia.
La mirada pesimista de Münchau me resulta excesiva. Sin embargo, si bien es difícil que Europa salga adelante si Alemania fracasa, los problemas solo pueden resolverse a escala europea. Ni China ni EEUU son hoy la respuesta para Europa. Como dice Xavier Marcet, "hay un espacio entre China y EEUU, y se llama Europa".
Josep Pallach
Me dice Jordi Pujol: Josep Pallach "era mucho más potente que yo". Lo dice un hombre que pronto cumplirá 95 años, que dirigió la Generalitat durante 23 años y su partido con puño de hierro y al que le preocupa cómo pasará a la historia. Pujol asiste a la presentación del libro del historiador Joan Safont, Josep Pallach, política i pedagogia (Editorial Pòrtic). Entre los asistentes, todo tipo de "desafectos" y "totalmente desafectos" al régimen, en palabras de los informes policiales franquistas, y una fila cero con el president de la Generalitat, Salvador Illa, el del Parlament, Josep Rull, y los presidents Aragonès y Pujol. Es curioso cómo la figura del líder del Moviment Socialista de Catalunya despierta hoy un respeto transversal. Los años han consolidado su memoria, imprescindible para entender el socialismo en Catalunya. También permite ver en perspectiva nuestro bucle infinito. Las preocupaciones de Pallach hace cincuenta años lo han sobrevivido.
La democracia se construye en la escuela con la educación, que también es política y forma a ciudadanos críticos y con espíritu cívico, y la lengua es fundamental, como lo son la Generalitat y las instituciones del país.
¿Y cuál es su socialismo? Es el de un partido catalanista y de obediencia catalana que defiende la autodeterminación a través de la federación. En sus palabras: "Socialista del PSOE es muy difícil serlo cuando se es catalán".
Pallach era un hombre de acción, pero también pragmático, posibilista. Socialdemócrata cuando no estaba de moda mirar hacia el norte; Reventós consideraba a la socialdemocracia "un proceso de degradación del socialismo".
El espíritu de un Pallach dialogante, posibilista, alejado del totalitarismo sobrevolaba la primera fila de la presentación en la librería Jaimes.
Timothy Snyder
Escribe Snyder en Sobre la libertad: "En la lucha entre tú y el mundo –dice Kafka–, ponte de parte del mundo".
La libertad no es nosotros contra el mundo sino nosotros dentro del mundo, explica Snyder, y me viene a la cabeza escuchando la intervención de Vance en Múnich. Salido de la jungla de dinero, poder y espectáculo en la que han convertido al gobierno de EEUU, clama contra el cordón a la extrema derecha europea. El vicepresidente de Trump se permite el lujo de dirigirse a las democracias europeas con una virulenta diatriba arrogante e iliberal. El discurso forma parte de su guerra ideológica en apoyo de la extrema derecha de Alternativa para Alemania. Propaganda iliberal disfrazada de defensa de la libertad de expresión y de culto. Un discurso lleno de mentiras, pequeñas anécdotas convertidas en categoría y una retórica que deja a la derecha conservadora tradicional noqueada. JD Vance dijo a los diplomáticos reunidos que "en Washington hay un nuevo sheriff". En algo tiene razón Vance: el riesgo en Europa está dentro del continente, pero no es nuestro sistema sino sus socios ultra, convertidos en caballos de Troya de la reacción que representan Trump, Vance y Musk.