Gobierno

Más allá de los anuncios, concreción

conferencia Salvador Illa
31/01/2025
2 min
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El relato es importante, y la escenificación que hizo ayer el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, a la hora de presentar su plan para reavivar la economía catalana insiste en el mensaje de orden, moderación y énfasis en la gestión que ha enviado su gobierno desde el inicio. En el auditorio de la histórica Escuela Industrial de Barcelona, ​​Isla tenía casi todas las fuerzas vivas económicas del país, y les quiso señalar el vínculo entre pasado y futuro para hacer partícipes de su plan a unas élites que quisiera que recuperaran la ambición de la burguesía industrial que fundó, precisamente, la institución que les acogía.

Olvidada, en su visión, la etapa del Proceso, el mensaje ahora es evitar las quejas y los agravios, dejar de reivindicar y reclamar en Madrid y, en cambio, proponer planes de acción de futuro que aseguren un futuro esplendoroso para el país. Todo bien si no fuera porque no es tan sencillo. Las reivindicaciones en financiación propia, en reducción del déficit, en ejecución presupuestaria y en inversión estatal no salían de la nada. Incluso los propios socialistas fueron, en época del gobierno tripartito de Pasqual Maragall, quienes iniciaron la reivindicación con la reforma del Estatut. Merece la pena no olvidarlo porque han pasado muchas cosas, todo el mundo tiene memoria y la lectura de que los problemas económicos actuales se deben exclusivamente a la "parálisis" de los años del Proceso es sesgada y no se corresponde a la realidad histórica del país.

Las cifras globales del plan hablan de una inversión de 18.500 millones de euros –por un lado, en gran parte, saldrían de los presupuestos de la Generalitat y por otro de la financiación del Instituto Catalán de Finanzas– que se concretarían hasta 2030 en 200 actuaciones estratégicas. Algunas, cabe decirlo, ya estaban anunciadas, como los 2.000 millones para mejorar las infraestructuras hídricas –desalinizadoras, potabilizadoras, etc.– y otras están en suspenso y no dependen directamente del Gobierno, como el H2med, el corredor de hidrógeno verde de Europa, o el Corredor Mediterráneo ferroviario.

Sin embargo, bienvenido sea este plan si sirve de revulsivo para dar un nuevo impulso a la economía catalana. Es cierto que ahora habrá que revisar con todo el detalle la retahíla de medidas anunciadas, pero ya hay algunas iniciativas que son estimuladas y pueden suponer un cambio interesante. Es el caso, por ejemplo, de la apuesta por la ciencia con la creación de un fondo de capital riesgo público en el que también puedan participar privados que se centre en conseguir más médicos y más graduados en Cataluña en las llamadas titulaciones STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), así como en ayudar a la transformación tecnológica de las empresas. O, también, en el objetivo de llegar en 2030 a las 3.000 start-ups, por lo que se destina un presupuesto de 50 millones de euros y otros instrumentos de financiación público-privada que lo impulsen. Pero lo que hace falta ahora es concreción, realismo y, también, presionar al Estado para que cumpla lo que promete en la ejecución y asegure para el futuro una financiación justa.

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