España da un paso para aislar a Netanyahu

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El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, interviene desde su escaño.

La decisión coordinada de España, Irlanda y Noruega por reconocer el estado palestino en plena invasión de Gaza es una de las principales iniciativas diplomáticas que se han puesto en marcha para intentar desbloquear un conflicto que amenaza con enquistarse después de siete meses y 35.000 muertes civiles palestinas. El objetivo de estos tres países es intentar desgastar internacionalmente al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y también erosionar sus apoyos internos, puesto que se lanza el mensaje de que por el camino de la destrucción de Gaza sólo se camina hacia el aislamiento de Israel en el concierto de las naciones democráticas.

Y es que Netanyahu está consiguiendo que toda la solidaridad que se había creado con el pueblo de Israel a raíz de las brutales matanzas perpetradas por Hamás en octubre se haya desvanecido. Las imágenes de destrucción de Gaza, de los hospitales bombardeados, de los niños fallecidos y de la población civil obligada a huir ya vivir a la intemperie en condiciones inhumanas y dependiente de la ayuda internacional, sin que se haya logrado ninguno de los objetivos militares de Israel, es decir, la desarticulación de Hamás y el rescate de los rehenes, han acabado indignando a una comunidad internacional que ve con preocupación a una escalada que podría acabar extendiéndose al resto de la región, especialmente a Irán e Líbano.

Quizá Pedro Sánchez tiene intereses electoralistas para tomar esta decisión, que, por otra parte, constaba en el acuerdo de gobierno con Sumar, pero sí es cierto que algo se debe hacer para presionar a Netanyahu. Porque hasta ahora no ha funcionado nada. Ni las llamadas desesperadas de la ONU, ni las presiones de aliados como Washington, ni la acción del Tribunal Penal Internacional, que ha lanzado una orden de detención internacional contra Netanyahu y su ministro de Defensa. La administración Biden, que un día riñe a Netanyahu y al día siguiente le envía miles de armas y municiones, no ha sido capaz de llevar a Netanyahu hacia dónde quería; es decir, hacia un conflicto acotado en el tiempo y minimización de bajas civiles. Por el contrario: las protestas en los campus universitarios estadounidenses se han convertido en un problema de primera magnitud para los demócratas.

La respuesta airada de Israel a la decisión de los tres países europeos, sin embargo, demuestra que Tel-Aviv teme que este movimiento pueda ir a más. Justamente por eso es esperable que existan consecuencias diplomáticas graves. Por el momento, el ministro israelí de Exteriores ha llamado a consultas a su embajadora en Madrid. Habrá que ver si la crisis va a más y afecta, por ejemplo, a las relaciones comerciales o académicas.

Desde el punto de vista político, también era previsible la negativa de la extrema derecha (tanto de Vox como de Aliança Catalana) al reconocimiento de Palestina. Por el contrario, tanto el PP como Junts se han visto obligados a realizar equilibrios internos. Pero el reconocimiento de Palestina, más allá del momento elegido, no debería ser objeto de discusión sino parte del mínimo consenso internacional para conseguir la paz en la región según la solución de los dos estados patrocinada por las Naciones Unidas.

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