Suspendemos las matemáticas

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Fórmulas matemáticas, en una imagen de archivo.

Empieza el cole y los informes de todo tipo y entidad nos recuerdan que las matemáticas están siempre en lo alto del ranking de asignaturas más calabazadas; aquí tenemos el Programa Florence del departamento de Educación para mejorar las competencias en matemáticas, después de las alertas de los informes PISA (Programme for International Student Assessment). Repetiré hasta la extenuación y el martirio que la prensa es un espejo de la sociedad y que no hay que extrañar que nosotros también suspendamos las matemáticas.

El pasado 30 de agosto, el suscriptor Ferran Prats me hacía ver que en un artículo de Empar Moliner se decía que el mayor chalet de Cataluña tenía más de un kilómetro cuadrado de vivienda; y concluía: “¡Madre mía! Un kilómetro cuadrado son exactamente un millón de metros cuadrados. Una finca de 1.000 metros por 1.000 metros son 1.000.000 metros cuadrados”. Gracias a esta alerta, el subdirector Enric Borràs enmendó con celeridad el error en la edición digital; no pudo estar en el papel, naturalmente, donde la imprenta hace vigente la antigua sentencia quod scripsis, scripsis.

Unos días después, el lector Antoni Farré me enviaba un exhaustivo recuento de errores de cifras mencionando también el monumental chalet de récord Guinness. Empezaba por anotar que Enric González hablaba de trillones de dólares de unos gastos en base americana y, pues, "no tenía en cuenta que en Estados Unidos los trillones son nuestros billones". Sobre las obras del Camp Nou, resalta que damos que se han hecho 73,3 metros cúbicos de escombros y se pregunta: "¿No serán 73.000 metros cúbicos?" En el editorial del 14 de agosto señala que el AVE no tiene los 4.000 kilómetros de vías que le adjudicamos sino el doble, dado que los trenes circulan por dos vías. Antoni Farré hace constar igualmente que, en un artículo de Joaquim Coello, “dice que China ha comprado petróleo ruso por más de 250 billones de dólares en los últimos meses. Si así fuera, y suponiendo un precio de 62,50 dólares/barril y un plazo de unos 13 meses (400 días), sale a 10.000 millones de barriles cada día. Es evidente que está equivocado”. Por último, se refiere al artículo "La Costa Brava norte tendrá una nueva desalinizadora", publicado el 28 de agosto, en el que se hablaba de la eventual producción de 200 millones de litros de agua al día de la planta desaladora del Prat: “Aquí no hablamos de un error sino de una exageración. Poner la producción de agua de una planta desaladora en litros es una cifra impactante que puede confundir al lector. Mejor hubiera sido que dijera, por ejemplo, el consumo doméstico de cuántas personas puede cubrir”.

Agradezco a Antoni Farré su trabajo analítico, que he trasladado al director adjunto del diario, Ignasi Aragay. Ésta es su respuesta:

“En el diario hacemos un proceso de editaje de todos los textos, tanto de contenido como lingüístico. Pasan al menos dos filtros, el del jefe de sección y el de un lingüista. En muchos casos se le añade la mirada de un subdirector. Dada la gran producción diaria y la inmediatez (sobre todo en los contenidos web), a menudo se van introduciendo correcciones que de entrada no se han detectado. Los lectores nos ayudan mucho advirtiéndonos de errores diversos. Cualquier contribución al respecto es bienvenida.

En conjunto, la cultura científica general del país es baja, de ahí que puedan colarse más imprecisiones en las cifras. Los ejemplos proporcionados por el lector han sido transmitidos a los respectivos autores de los textos y responsables de sección con la petición de aguzar la vigilancia. Para el ARA, la información científica es muy relevante, de ahí que lleve años teniendo unas páginas semanales monográficas, pero nuestro ánimo es que el rigor científico impregne todo el diario. Perseveraremos en esta línea”.

Ante los errores, en general, el Defensor elige situarse en la ponderación, y más cuando hablamos de aritmética. Las podemos agrandar, comparando que el chalet de autas sería mayor que los municipios de Puigdàlber, Castellfollit de la Roca, Caldes d'Estrac, Sant Hipòlit de Voltregà y Badia del Vallès. Podemos reducirlas anotando que, si en un diario de 32 páginas entran aproximadamente 30.000 palabras y contamos tres como erróneas, “un kilómetro cuadrado”, el porcentaje de error sería de 0,01... Igual cero.

Había que ir a la ponderación con un académico competente en matemáticas y en comunicación. Por poner luces largas, pues, a un tema que a los “de letras” nos queda tan lejos, he pedido la opinión deauctoritas a Rafael Macau Nadal, profesor emérito de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), que tiene un perfil tan idóneo para el tema como bien inédito: es licenciado en informática, matemáticas y periodismo. Ésta es su visión pericial:

“Los errores no intencionados en cifras en los medios de comunicación suelen ser de dos tipos: 1. Los de mala conversión entre sistemas de unidades de países distintos. Los billones y trillones estadounidenses no son la misma cantidad que en la Unión Europea. 2. Las absurdas, por desconocimiento. Generalmente, son cantidades desorbitadas: millones de chips en un sello de correos, submarinos del tamaño de un portaaviones, yacimientos de gas mayores que el planeta, cifras de resultados de nuevos métodos pedagógicos con éxito garantizado, impactos económicos positivos de grandes eventos ...

No puedo imaginar a ningún periodista haciendo estos cálculos. Ni por tiempo disponible ni por conocimiento especializado. Entonces, ¿de dónde los ha sacado? De la nota de prensa que ha recibido de la empresa o institución implicada. Sea intencionadamente (para conseguir impacto o buena imagen) o sea por desidia (baja calidad de su sistema de comunicación), los datos son malos. ¿Cómo enfrentarlo? Un medio de comunicación no puede tener especialistas en todas las ramas de las ciencias y las ingenierías. Es necesario, pues, aplicar filtros. Al menos, el del jefe de sección. Y, además, recomendaría ampliar el libro de estilo de la siguiente forma: 1. Añadiendo una pequeña equivalencia de las unidades más usuales EE.UU. y UE. 2. Añadiendo la obligación de no publicar ningún dato (ni en notas, ni en artículos, ni en colaboraciones) sin citar la fuente, incluso en titulares. 3. Añadiendo la recomendación de poner en duda, irónicamente o ingenuamente, cualquier cifra espectacular”.

Años atrás, este mes de fiestas mayores y Diada lo era también de exámenes de repesca, y cuando en junio yo suspendía a alguien le decía benévolamente “vuelva a septiembre”. Hemos vuelto, pues, en septiembre, y estoy seguro de que el ARA mejorará en matemáticas y no necesitaremos acogernos al Programa Florence, nombre en honor de la pionera de la enfermería científica, Florence Nightingale; pueden conocer su historia en nuestras páginas.

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