

"No hemos hecho la Mancomunidad para […] dar al alma catalana un pequeño cuerpo de administración subordinada, secundaria: una provincia. Todos […] queremos para Cataluña un cuerpo de estado"
Enric Prat de la Riba, 1917
El catalanismo pretende crear en Cataluña algo parecido a un estado (un "cuerpo de estado") sin tener las fuerzas para imponerse en el estado español. Esto le condena a enfrentarse una y otra vez al mismo dilema ante cualquier pacto político que le represente la asunción de una responsabilidad propia de un estado: si considerarlo un avance en la dirección correcta o una traición al ideal final.
Prat de la Riba marcaba el camino a los suyos de una forma clara: la opción buena era la primera; avanzar paso a paso, por pequeños que fueran estos pasos. Vista con los ojos de hoy, la obra de su vida, la Mancomunidad, no dejaba de ser una minúscula "administración subordinada y secundaria"; una irrisoria minucia comparada con la Generalidad actual tanto en términos de responsabilidad como de presupuesto. Para él, en cambio, era un primer paso trascendental.
Como es sabido, Sabino Arana no creó al PNV inspirándose en Prat ni en su partido, la Liga, ya que lo único que le importaba era la independencia de Euskadi, y calificaba los asuntos españoles de "política extranjera". Sin embargo, no cabe duda de que quien ha seguido con una tenacidad y una paciencia inauditas el programa de Prat ha sido y es el PNV. Pujol también, sin duda (con la simpática etiqueta del "pescado al cuerno"), pero con una grave limitación temporal: ni había nadie antes de él, ni sus seguidores han perseverado.
Durante décadas, la estrategia posibilista del PNV tuvo que convivir con la rupturista de la izquierda aberzale, pero hoy, y sin que el PNV se haya movido, también esa rema en la misma dirección.
Todo esto viene a cuento de los dos acuerdos de investidura firmados por ERC en el 2022 (con el PSOE) y en el 2024 (con el PSC) que la negociación sobre el FLA ha puesto de actualidad.
Recordamos los hechos. En octubre de 2022 ERC y Junts rompen el acuerdo de gobierno que les unía a la Generalitat, y ERC pasa a gobernar en solitario la Generalitat. Un año después hay elecciones generales. Las gana el PSOE, que necesita apoyos para gobernar, y se acometen las consiguientes negociaciones. Tanto ERC como Junts priorizan la aprobación de una ley de amnistía por los delitos acaecidos durante los años del Proceso, asunto que ahora no nos interesa. Lo que nos interesa es que ERC se estrene en la línea tradicional del PNV-Prat: la obtención de mejoras concretas. Destacan dos: una importante y otra secundaria. La importante es el traspaso integral de Cercanías, la secundaria es la condonación de una parte de la deuda de la Generalitat con el Estado, y concretamente”la asunción del entorno del 20% del deudo […] contraída por la Generalidad de Cataluña con la Administración General del Estado […], y supondrá unos 15.000 millones de euros del deudo". Ambos acuerdos están en vías de ejecución, y esto es una excelente noticia. Me explico.
Cercanías es importante porque constituye un servicio importante para el ciudadano que pasa a ser ejercido por la Generalitat. Prat –El Prat de la Catalunya-ciudad– no tendría ninguna duda sobre su trascendencia, que se dilata en un mundo en el que la metrópoli se ha convertido en el modo de vida abrumadoramente mayoritario.
Pasamos ahora a la condonación de una parte de la deuda del FLA, que finalmente ha quedado en el 23%, y 17.104M€, superando los acuerdos. Hablando claramente, el hecho en sí no tiene trascendencia. Por un lado, porque la Generalitat no consolida ninguna nueva responsabilidad; por otra, porque si bien gana margen de maniobra a corto plazo, lo cierto es que todo el mundo sabía que la deuda era impagable y que debería acabar haciéndose cargo el Estado. Ahora bien, la ejecución del acuerdo es una excelente noticia porque significa que los pactos se cumplen, lo que constituye un precedente para los pactos de investidura ERC-PSC, firmados en julio del año pasado con el aval del PSOE, sobre la financiación de la Generalitat.
Se ha dicho que estos últimos son ambiguos. Discrepo. Especifican muy claramente dos cosas: que la Generalitat recaudará la totalidad de los impuestos estatales y que, en el consiguiente reparto, se respetará el principio de ordinalidad; o sea, que los catalanes no podrán recibir menos que los ciudadanos de otra autonomía que menos haya aportado. El primero supone un paso adelante fenomenal en el autogobierno, el segundo implica una mejora sustanciosísima de los recursos disponibles.
Ningún avance convencerá a quien no comulga con la estrategia posibilista. Como quien esto escribe no cree en otra, contemplo los acontecimientos con un prudente optimismo que hacía años que no sentía.