España, tras la dictadura de Franco, quedó científica, industrial y tecnológicamente atrasada. La política económica se había basado en la autarquía. Se creó el INI, Instituto Nacional de Industria, copia del IRI del régimen fascista italiano. Se trataba de crear tecnología e industria. El general Franco nombró como presidente del INI al marqués de Suances y el resultado fue que el INI entró en pérdidas estables y constantes... Se le inyectaba dinero público de forma recurrente. Con el plan de estabilización de finales de los 50 y el inicio de la apertura de la economía española, la situación mejoró. Se crearon empresas que generarían riqueza y empleo: Endesa, Astilleros Españoles, Bazán, Iberia, Seat...
Con la llegada de la democracia, en 1978, y del PSOE al gobierno, en 1982, se privatizaron la gran mayoría de las empresas del INI, con éxito y orden. Se movilizaron políticas para la adquisición de tecnología para recuperar el atraso.
La forma de hacerlo es contar con tres factores claves: a) un tecnólogo que, a cambio de mercado o participación en el negocio, aportara su tecnología; b) un grupo de técnicos capaz de absorber la tecnología transferida, darle uso y desarrollarla, y c) contar con capital para financiar el programa.
Desde finales de los 80 ha habido tres programas con este principio de los que he tenido conocimiento directo y que son ejemplos de ello.
En los 90, la exportación de submarinos era un negocio activo y productivo. España carecía de esa capacidad. Se creó un programa de transferencia de tecnología en el que el tecnólogo era la Dirección de Construcción Naval francesa, DCN; el grupo de técnicos provenían de Bazán, empresa de construcción naval del INI, y los fondos eran de origen público. Se logró vender el submarino Scorpene, diseñado y construido conjuntamente por la DCN y Bazán, en Chile y Malasia.
Cuando el PP llega al poder decide que los programas militares deben hacerse con EE. UU. Se cambian los estándares de los submarinos en construcción –tecnología francesa– para la marina española. La DCN plantea un pleito por incumplimiento de los acuerdos industriales. El barco aumenta peso y se vuelve inviable. Hay que alargar 7 metros para aumentar el desplazamiento... un fracaso técnico evitable.
Para el diseño y construcción de motores de avión, se creó una nueva empresa, ITP, en 1992. El tecnólogo fue Rolls Royce, RR; el grupo de técnicos vino del mercado y de SENER, y los fondos provinieron del programa militar Eurojet, en cuyo marco se desarrolló –con Reino Unido, Alemania e Italia– el motor del Eurofighter, nuevo avión de caza europeo. Hoy todas las turbinas de baja presión, el 20% de valor total de los motores para aviación comercial de fabricación RR, son diseñadas y fabricadas por ITP...
En el caso de Gamesa y los generadores eólicos, el tecnólogo fue Vestas, primer fabricante mundial; el grupo de técnicos, el creado por Gamesa, y los fondos provinieron de la subvención que el gobierno español daba para la promoción de la energía eólica. Se creó una empresa de 5.000 personas altamente tecnificada, tercera en importancia del sector a nivel mundial.
Hoy, Catalunya tiene la posibilidad de crear empresas para el diseño de chips HPC y EDGE, con el apoyo del Barcelona Supercomputing Center (BSC), uno de los mejores centros de supercomputación de Europa. Los fondos vendrán de la Comisión Europea a través de los programas IPCEI (Importante Project of Common European Interest) de los New Generation, en los que la ayuda pública no tiene porcentualmente límite en razón del interés para Europa del proyecto. En Catalunya existen varias empresas que participan en el programa.
En países europeos desarrollados con alto nivel de vida, la posibilidad de crear riqueza está en la tecnología. Ahora bien, es necesario focalizar en qué áreas si se quiere tener suficiente peso específico en el mercado mundial. Es el caso de Dinamarca –Maersk–, naviera, y Vestas, energía eólica; Holanda, petróleo, infraestructuras hidráulicas y producción vegetal, etc. Para España y Catalunya, computación, medicina, alimentación, etc.
Por eso es importante que estos programas tengan éxito. La colaboración público-privada es esencial. Contamos con una constante: no falta talento.
En el siglo XVIII fue España quien protagonizó la primera transferencia de tecnología de la historia moderna... Cuando, tras la paz de Westfalia, España pasó a ser una potencia de segundo orden, Fernando VI comprendió que su fuerza radicaba en tener suficiente en los ámbitos militar y económico para que la alianza con el Reino Unido o Francia rompiera el equilibrio de estas dos potencias. España tenía en América un imperio cuyo comercio no podía proteger. Necesitaba una armada que, en alianza con Reino Unido o Francia, deshiciera el equilibrio naval entre ellas.
Se envió un ilustrado al Reino Unido, Jorge Juan, para aprender diseño y construcción naval. Se establecieron cuatro arsenales: Ferrol, Cartagena, Cádiz y La Habana, para construir los barcos más modernos de la época, que constituyeron una importante fuerza naval en la segunda mitad del siglo XVIII y que España perdió en Trafalgar en 1805, a pesar de su calidad, por un equivocado planteamiento de la batalla. Siete años después, en 1812, España perdió el imperio colonial... pero la transferencia de tecnología había sido acertada. Y es, todavía hoy, el camino a seguir.