Hoy hablamos de
La líder de Aliança Catalana, Silvia Orriols, en el Parlament
06/03/2025
3 min
Regala este articulo

Hace unos años hice, junto a la psicóloga Pilar Arlándiz, un club de lectura en la biblioteca pública de Ripoll. Entre las personas que asistieron a la actividad estaba Sílvia Orriols. Aún faltaba tiempo para que entrara en el Ayuntamiento. La reconocí cuando intervino para hacerme una pregunta cuya respuesta, si yo la daba con honestidad, solo podía confirmar sus postulados racistas y xenófobos. La situación no era nueva para mí, la de Aliança Catalana podría ser exactamente hija de otro esencialista cuyo partido político solo tenía un punto en su programa electoral: hacer la vida imposible a sus vecinos moros. Me refiero a Josep Anglada, que, cuando yo iba al instituto, se dedicó a atizar el fuego contra la inmigración en barrios como el nuestro organizando actividades como la recogida de firmas contra la apertura de un oratorio. La diferencia del líder de Plataforma per Catalunya con la también nacida en Vic alcaldesa de la capital del Ripollès es que a ella no se le puede reprochar el pasado netamente fascista que tenía Anglada, que había sido miembro de Fuerza Nueva. Aunque viendo los ojitos que le hace a Vox cuando le conviene, saltándose a la torera el hecho de que se trate de una formación que odia profundamente la catalanidad, no me extrañaría que la alianza la acabara estableciendo con ese otro nacionalismo, español pero tan excluyente y morófobo como el suyo.

Ante el hecho de que los partidos ultras cojan las denuncias y reivindicaciones que hacemos las mujeres antes musulmanas en contra de la misoginia religiosa de la que venimos y la instrumentalicen para defender sus postulados hay quien nos invita a callar. Ah, es que dices cosas que aplaude y difunde Orriols. Ergo es que tú eres de extrema derecha. Es como afirmar "es que Hitler era vegetariano, si tú eres vegetariano es que eres un nazi".

Confieso que me molesta mucho tener que convivir con esta torpe simplificación de las ideas, el pensamiento y su expresión en el debate público. Cada vez que asimilamos a un extremo del arco político las posturas intermedias sin aceptar los matices ni querer conocer la realidad desde la que se piensa y opina, estamos contribuyendo de manera muy importante a lo que se llama polarización. Quizá sea el punto más débil de las democracias abiertas ahora mismo: que la política se haya futbolizado y sea cada vez más difícil abordar la complejidad. Porque todo es o conmigo o contra mí, o eres de los míos o eres de los demás. Y si eres de los demás, no eres alguien que piensa diferente sino un enemigo. Y a un enemigo se lo puede eliminar.

El caso es que el feminismo en el seno del islam (el feminismo laico y no el llamado "feminismo islámico", que es religión y no feminismo) existe desde mucho antes de que se formaran los partidos de extrema derecha en Europa y desde mucho antes de que estos decidieran instrumentalizar la situación de las mujeres musulmanes. Ni Fatima Mernissi ni Nawal El Saadawi se las inventó Silvia Orriols. Las luchadoras por la igualdad en países donde la religión es ley se dedican a defender el acceso de las niñas a la educación, luchar contra el matrimonio infantil, acabar con los marcos legales que hacen que la mujer sea tutelada por el marido o el padre. Se organizan para atender a las madres fuertemente estigmatizadas en países como Marruecos porque están prohibidas las relaciones sexuales. Trabajan contra los elementos para ganar la libertad de todas, como ha hecho el feminismo en todas partes. No es el caso de Orriols, que propone medidas para ir en contra de las mujeres que ella considera sobrantes por no tener ocho apellidos catalanes. No, ni nos representa ni tiene credencial alguna en igualdad que legitime sus discursos. No aceptamos que hable por nosotras.

stats