La UE, en peligro

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La bandera de la Unión Europea ondeando en el parlamento alemán

Soy una persona que acostumbra a mirar el futuro con optimismo. Lo digo porque en estos momentos estoy preocupado y me gustaría ayudar a tomar más conciencia de la situación, y a buscar caminos de salida de la crisis actual sabiendo que, como sí que sigo creyendo, toda crisis trae problemas pero también abre oportunidades que se pueden aprovechar. Ni hace falta, ni tengo espacio, para analizar nuevamente las dimensiones de la crisis (ecológica, social, económica, sanitaria...). Me quiero centrar en su dimensión política: la que afecta al funcionamiento de las instituciones democráticas, el futuro del poder global y la empatía de los ciudadanos con sus gobiernos. Lo que vivimos en los últimos meses y días, me lleva a un enfoque concreto: europeo y político.

1. La guerra y el extremismo. La reutilización de la guerra como herramienta para resolver conflictos geopolíticos (Ucrania), las consecuencias de este hecho sobre los nuevos equilibrios mundiales de poder (China), el aumento de los regímenes autárquicos pretendidamente democráticos (Rusia), la pérdida de valor de la participación ciudadana en las democracias debido a la manipulación de la información que circula (EE.UU.), la desmembración de la UE (Reino Unido) y el crecimiento de los extremismos (Hungría, Polonia, Francia, España) son fenómenos que justifican esta preocupación.

2. La crisis contemplada desde la UE. Las autoridades de la UE, los gobiernos de los estados, y sus ciudadanos, tienen que analizar algunos peligros que tienen delante. La mayoría ya existían pero estaban escondidos y ahora se han destapado; otros se han agravado, y algunos otros son nuevos. Explico los más importantes, que tienen consecuencias en política.

Europa, aunque tenga fuerza menos población que otras áreas del planeta, es todavía el primer mercado del mundo. Pero tiene una gran escasez de productos naturales, alimentarios, minerales y energéticos. Las consecuencias de esta debilidad, que en otras épocas se compensaba con las colonias, repercuten en sus relaciones exteriores e impiden que pueda ser uno de los primeros poderes globales. Lo que está pasando estos últimos años obliga a tomar medidas políticas al respecto.

La falta de recursos naturales se puede suplir con tecnología, pero Europa ha perdido el liderazgo en la creación, la utilización y la explotación de las nuevas tecnologías y esto ha reducido la competitividad de su economía. Por otro lado, ha cometido el error de deslocalizar una parte demasiado importante de su actividad productiva y depender del buen funcionamiento de las cadenas globales de producción. Son dos debilidades que hay que revisar políticamente.

La dimensión de los países de la UE es demasiado pequeña en relación a países como EE.UU., China, India, Brasil o incluso Rusia. La unión comercial y la inacabada unión monetaria de la UE actual no permiten tener herramientas para poder jugar el papel político que nos correspondería a escala global de acuerdo con nuestra dimensión económica. Estos últimos tiempos lo hemos visto claramente y hemos tenido que jugar un papel residual como estados y un papel subordinado como Unión.

Una parte importante de lo que había sido el legado histórico europeo en los campos cultural (valores humanos y solidaridad), social (igualdad y estado del bienestar) y político (democracia y participación) se está poniendo en cuestión internamente y dejamos de ser un espejo de cara afuera para países que acceden a nuevos niveles de bienestar.

3. La crisis interna en la UE. La historia de la actual UE fue una historia de progreso y de mejora hasta ahora hace unos 30 o 40 años. Pero hay algunos procesos internos que estamos viviendo después, y que los problemas recientes han puesto de manifiesto, que están en el origen de lo que nos pasa, y que no estamos abordando con suficiente decisión. Cito tres de los más importantes.

Hemos dejado que el PIB per cápita fuera creciendo en paralelo con las desigualdades. Como consecuencia, muchas personas han pasado de tener buenas perspectivas de futuro a ver el futuro con incertidumbre y preocupación y, de rebote, han perdido la confianza en los que gobiernan e incluso en el mismo sistema. Todo ello ha alimentado una visión de la política como enfrentamiento y ha azuzado los extremismos. 

Hemos permitido que dentro de la UE pudieran convivir regímenes políticos claramente democráticos con otros que no respetan los derechos humanos y la separación de poderes, y que toleran la corrupción y la opacidad.

Hemos prácticamente renunciado a la constitución de una Unión Política (que, para mí, tendría que tener carácter federal), y hemos quedado en una situación intermedia que limita los poderes estatales y no empodera lo bastante a la Unión, y que explica muchas de sus debilidades. 

4. Futuro. Recordando un dicho conocido, “La UE se construye siempre gracias a las crisis”, espero que la actual permita avances importantes. Tengo que decir que, después de dos décadas de estancamiento, hemos visto estos últimos dos años algunas iniciativas fuertes en las buenas direcciones. Los sufrimientos, las preocupaciones y las desgracies vividas podrían tener al menos algunos resultados positivos. Esperémoslo.

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