Madrid, una capital de derechas que es una excepción en Europa

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TWT El voto a la izquierda y la derecha en los países europeos y sus capitales

Las grandes ciudades, en general, son más de izquierdas que el conjunto de sus países. Y no es por casualidad: es consecuencia de los procesos históricos de formación de las ciudades. Desde finales del siglo XIX, en la mayoría de países en industrialización, en las ciudades se empezó a concentrar la clase trabajadora industrial. Y, como consecuencia, las izquierdas se fueron haciendo fuertes, tanto en términos de movimientos sindicales como, después, de partidos socialistas, comunistas o laboristas. Con el paso del tiempo, incluso cuando la antigua industria desapareció de las ciudades, aquel origen industrial dejó una herencia casi universal de ciudades más progresistas que el resto de sus países.

Esto se explica, en parte, por el legado cultural de la vieja tradición obrerista. Y en parte, también, por un efecto de composición social. Los barrios construidos en épocas de industrialización han atraído nuevos residentes con perfiles socioeconómicos populares que favorecen este sesgo izquierdista de las ciudades. Incluso los residentes de las ciudades con más recursos tienden a ser más progresistas que los del resto del país. Las clases creativas, las minorías de origen inmigrante, lo que queda de la clase obrera industrial y los trabajadores del sector servicios conforman en muchos casos alianzas progresistas. El peso creciente de los factores culturales y de valores también ha favorecido estas alianzas urbanas de izquierdas.

Esto, como explica el profesor de ciencia política de la universidad de Stanford Jonathan Rodden en su libro Why cities lose (Por qué pierden las ciudades), hace que a menudo las izquierdas se encuentren en desventaja electoral, porque los sistemas electorales tienden a favorecer, a través de varios mecanismos, el voto rural y disperso frente al urbano.

El voto a la izquierda y la derecha en los países europeos y sus capitales

En todo caso, el sesgo izquierdista de las ciudades tiene pocas excepciones. Pero Madrid es una muy destacada. De hecho, si miramos los resultados de las últimas elecciones generales en los principales países de Europa Occidental encontramos que solo en España las derechas tienen más peso en la capital que en el conjunto del estado. Como se puede observar en el gráfico, en algunos casos las diferencias son muy notables, como pasa en la mayoría de países del norte de Europa, mientras que en otros casos son más modestas. Pero, en todo caso, el único caso en el que la derecha tiene, consistentemente, mejores resultados en la capital es España.

Esta excepción madrileña tiene mucha importancia. Porque más allá de su peso cuantitativo, lo que pasa en la capital de un estado tiene mucha capacidad de condicionar la política de todo el país. El valor cualitativo de la política madrileña es superior a su peso demográfico. En la capital se concentran las instituciones, el grueso de los funcionarios de la administración central, el poder mediático y buena parte del poder económico. Por eso lo que pasa en Madrid tiene una proyección desproporcionada sobre el conjunto del Estado. Una buena muestra la hemos tenido con la cobertura de estas elecciones autonómicas.

Las razones de esta excepcionalidad española son complejas. En los años 30, y también a comienzos de la democracia, Madrid era más de izquierdas que el conjunto del estado. Aun así, ahora hace décadas que la derecha tiene más peso en Madrid que en el resto del estado, y ha consolidado una larga e inapelable hegemonía política y cultural.

Posiblemente el hecho de que el desarrollo urbano de Madrid no haya respondido al patrón tradicional industrial es uno de los factores más determinantes. La herencia de la clase trabajadora industrial es más débil, porque es una ciudad menos industrial que la mayoría de capitales. Por el contrario, en su desarrollo histórico, los aparatos del estado han tenido un gran peso. El funcionariado y los que se mueven a su alrededor es un grupo muy determinante en Madrid. Esto, combinado con el hecho de que los aparatos del estado en España estuvieron controlados por el franquismo durante buena parte del siglo XX, ha contribuido, probablemente, a este sesgo conservador de la capital.

Economía postindustrial

También podemos pensar que en la transición hacia una economía postindustrial (muy exitosa, en el caso de Madrid) la concentración de trabajadores de sectores como el financiero o ejecutivos de grandes empresas ha contribuido a la conformación de unas clases medias-altas de carácter conservador. Son los habitantes de urbanizaciones, con mutua y escuela privada.

Finalmente, más allá de los factores estructurales, están los elementos ideológicos. Y aquí juega un papel no menor el nacionalismo español, especialmente encendido en la capital. Que en España haya al menos dos conflictos nacionales abiertos, en Catalunya y el País Vasco, hace que el españolismo no haya sido un nacionalismo banal e invisible como los de la mayoría de países europeos; al contrario: se ha construido un nacionalismo español explícito, intenso y a menudo agresivo que ha favorecido a la derecha.

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