Coronavirus

Cinco errores que hacen de Catalunya el líder en contagios en Europa

El Govern subestimó la variante delta y ahora reacciona tarde ante una quinta oleada prevenible

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Primera noche de incumplimiento del confinamiento nocturno en Barcelona.

Santa Coloma de Gramenet“Esta es la quinta vez que nos equivocamos y fracasamos en la desescalada. La diferencia es que ahora teníamos todos los elementos para prever y prevenir la oleada”, afirma el jefe clínico de enfermedades infecciosas del Hospital de Santo Pa, Joaquín López-Contreras. La situación epidemiológica en Catalunya es crítica en términos de contagios y la presión asistencial, preocupante. La Unión Europea desaconseja enérgicamente tanto entrar en país como salir por la brutal incidencia que registra (1.089 contagios por cada 100.000 habitantes) y el conseller de Salud, Josep Maria Argimon, admite que el Govern tendría que haber “reaccionado antes”: “Con estas cifras, claramente no hemos hecho bien las cosas”.

Anna Llupià, epidemióloga al Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal), recuerda que “salir en verde” en el mapa europeo no es ninguna improvisación. “Ya nos dijeron que el marco temporal de la pandemia iba de 2 a 5 años. La transmisión no se para sola”, destaca. De hecho, los expertos consultados abogan por medidas quirúrgicas rápidas y severas para minimizar daños y evitar las “medidas yoyó”, que son más nocivas para la economía y la salud de la población. El investigador de la Universidad de Leicester Salvador Macip también lamenta que a las autoridades “les falte cintura” para decidir y hacer una flexibilización de las restricciones prudente por miedo a perder el turismo: “Con el virus se tiene que actuar por prevención y no por reacción”.

La incidencia del covid  en Europa.

Estas son las cinco causas que han precipitado la quinta oleada catalana, un embate inédito en Europa.

1. Una desescalada rápida pese al avance de la variante delta

Catalunya inicia la desescalada a principios de junio y en dos semanas recupera las fiestas mayores y las verbenas; levanta el límite de 10 personas en los encuentros sociales, da libertad a la restauración para servir más comensales por mesa y reabre el ocio nocturno. A la vez, Salud ya anuncia que la variante delta, una mutación que está poniendo contra las cuerdas a países como el Reino Unido, representa el 20% de los contagios en el país. En pocas semanas cambia las reglas del juego: es mucho más contagiosa que la alfa (la británica) y tiene más facilidad para transmitirse por aerosoles. “Con variantes anteriores seguramente no tendríamos una explosión de casos como la actual”, admite Llupià. 

Macip asegura que Catalunya se precipitó y tomó "todas las decisiones incorrectas" para vivir una quinta oleada. Subraya que esta variante es el principal factor que ha vuelto a desestabilizar buena parte de Europa, pero recuerda que en el Reino Unido la virulencia de la delta ya demostró su potencial para ensañarse con los no inmunizados. Así, el ejemplo británico aconsejaba ser prudente y evitar desescalar demasiado rápido. En cambio, si a la alta transmisibilidad del virus se suma la reducción de medidas de contención y el aumento de la interacción social, se llega a la “tormenta perfecta” para que detone una nueva oleada. Catalunya la propició. 

“Se decidió continuar con el plan de desescalada pese a que las previsiones ya empezaban caducadas", explica el médico, que dice que ningún país europeo tenía excusa para reproducir los errores del Reino Unido y mientras "países como Francia lo supieron prever, otros como España y Catalunya, no”, concluye. También López-Contreras cree que se subestimó la amenaza de esta variante. “El error volvió a ser ver un país vecino pasándolo mal, ningunearlo y seguir adelante con los planes. Y hasta que no estallaron los casos no vimos que la velocidad de contagio da vértigo y que no se asemeja en nada a lo vivido hasta ahora”, lamenta. 

2. Sant Joan prepandémico y macrobrotes de final de curso

En la semana de Sant Joan se diagnosticaban unos 450 casos a la semana, había medio millar de positivos en los hospitales y 179 en las unidades de cuidados intensivos (UCI). “Hace seis semanas teníamos una de las mejores tendencias de la epidemia y esto, más el buen ritmo de vacunación, nos hizo confiarnos”, dice López-Contreras. Según el infectólogo, el hatazgo social también jugó un papel clave: “Hicimos más cosas aquella semana que en los dos meses anteriores y la bofetada ha sido espectacular”. 

El repunte de contagios empezó en Barcelona y el área metropolitana y con una aceleración de las infecciones entre los más jóvenes. Por un lado, la verbena de Sant Joan es la primera festividad que se celebra con cierta normalidad: aunque algunos municipios cerraron las playas, muchas discotecas reabren, tanto los espacios interiores como exteriores. “Que en verano tendríamos un problema con los menores de 30 años lo sabíamos desde antes de que se acabara el curso. Sant Joan no tendría que haberse celebrado”, afirma Macip.

El otro factor fueron los viajes de final de curso. La mezcla con otros grupos y un menor grado de cumplimiento de las medidas de prevención favorecieron la expansión de macrobrotes como el de las Baleares, que diseminaron el virus como la pólvora entre los no vacunados. El conseller de Salud entonó este viernes el mea culpa y lamentó no haber recomendado con más insistencia que se cancelaran estos viajes.

3. Mascarillas fuera, tanto al aire libre como en interiores

Junto con otros consejeros de todo el Estado, Argimon pide en reiteradas ocasiones al gobierno español que modifique el decreto que obliga a llevar mascarillas en la calle aduciendo que el riesgo de transmisión es muy inferior. La mascarilla, decía Argimon, no era necesaria al aire libre si se podían respetar las distancias. Finalmente, la Moncloa avala la eliminación y el presidente español, Pedro Sánchez, detalla desde Barcelona que la norma dejaría de ser vigente el 26 de junio, diez días después de este anuncio sorpresa.  

"En un plan de desescalada hay una parte no escrita: aquello que interpreta la gente. Quitarse la mascarilla da el mensaje de que la pandemia se ha acabado", apunta López-Contreras, que sostiene que este efecto no se calibró. “Si se quitaba la mascarilla en la calle, te asegurabas de que se quitaría en interiores”, puntualiza.

También para Macip el error de las autoridades fue la comunicación: “Era una decisión que se tenía que explicar muy bien. Dabas aire a la población porque las cosas iban bien, pero era peligroso que se dejara de llevar donde tocaba. Y esto es lo que ha pasado: no se entendió bien y la gente ha prescindido de ella en entornos de riesgo”. También coincide Llupià: “Siempre hay mucha confusión con el discurso y las normas que se emiten. La gente se pregunta: «¿Puedo hacerlo?» en vez de decir: «¿Si me protejo, puedo hacerlo?»"

4. Aval a los conciertos y a los festivales masivos

La mitad de los brotes de este quinto embate se han registrado en el ámbito social, es decir el ocio nocturno, los conciertos y los festivales. Así lo expresaba el mismo Govern en la documentación con la que justifica ante la justicia la adopción del toque de queda para frenar la propagación del virus. En el informe “queda demostrado” que en estos entornos se da mayoritariamente el incumplimiento de las medidas de autoprotección y seguridad, como el uso de la mascarilla y, a pesar de que “estaban muy bien organizados”, Argimon reconoció que dejar hacer los tres festivales previstos (Vida, Canet Rock y Cruïlla), con más de 20.000 personas cada uno, fue “un error”. “No lo repetiría”, admitió. 

Presión hospitalaria
Presión hospitalaria en Catalunya debido a la quinta oleada.

Según López-Contreras, la celebración de conciertos y festivales era “una bomba de relojería”. “En los ensayos clínicos todo sale genial porque las condiciones nunca son idénticas a la realidad. Con la propagación que había, creo que no se aplicó el principio de prudencia como haría falta”, afirma. De hecho, el mismo día que empezaba el Cruïlla, el 9 de julio, Salud aseguraba al ARA que no se planteaba cancelarlo a pesar de la evolución epidemiológica. Pocos días después se anunciaba la intención de pedir un toque de queda. “Poner restricciones justo después de permitir unos festivales para población joven, la que más se contagiaba, resta credibilidad”, dice Macip, que añade: “Hemos vuelto a repetir el error de solucionar problemas económicos asumiendo riesgos para la salud”.

5. Sin planificación y exceso de confianza en la vacuna

Cuando el Govern inicia la desescalada solo un 20% de la población estaba vacunada del todo. Si bien el ritmo de inoculaciones es alto y en un mes se ha aumentado la cifra hasta el 50%, Llupià califica de “fe desmesurada” la confianza de las autoridades en la vacunación. "Nos podemos contagiar estemos vacunados o no, de forma que cambiar protocolos de aislamiento porque tengas las dos dosis o avalar que la gente con pauta completa vaya transmitiendo el virus es grave”, alerta. A medida que el virus circula, hay más riesgo que mute y que se produzca una variante que pueda escaparse de la vacuna y “nos devuelva” a la casilla de salida, según Macip, que se pregunta si habrá una “variante catalana” después de la explosión de casos. “La vacuna evita la mortalidad pero no el contagio, no se pueden eliminar las medidas de contención de la noche a la mañana”, insiste.

Tampoco vale cualquier restricción porque no todas responden al mismo objetivo. "Ahora se quiere reducir la presión asistencial y los gestores vuelven a poner el marco temporal de los 15 días. Pero hace falta planificación, anticiparse a los problemas y tener una parrilla pública como hacen Irlanda o Nueva Zelanda, donde se detalla la progresión de las medidas para cada sector y se revisa cada 15 días para adaptarla a cada situación, como por ejemplo nuevas variantes", relata Llupià. Para la experta, antes de aplicar medidas que pueden resultar "demasiado caras" por los resultados que dan hay que evaluarlas. "No sabemos quién toma las decisiones en el Procicat. Hay muchas rendijas en la gestión y por intuición no puedes limitar derechos fundamentales. Es muy grave. ¿No estamos viendo la crisis institucional que se puede desencadenar?", se pregunta.

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