Colaboración público-privada, la clave para transferir investigación al mercado
Repito la evidencia sabida de que en el actual panorama económico, la investigación y la innovación son claves para el desarrollo y la competitividad de una economía. Catalunya sigue teniendo el reto –hoy ya necesidad urgente– de promover una auténtica colaboración entre el sector público y el privado para conseguir la transferencia efectiva de la investigación en el mercado.
Antes de avanzar, sin embargo, es importante entender las diferencias entre algunos conceptos fundamentales. La investigación implica la generación de conocimiento nuevo; así, mientras que la investigación básica busca incrementar el saber científico, la investigación aplicada genera conocimiento en aspectos concretos. El desarrollo, en cambio, es el proceso de crear nuevos productos o servicios, ya sea en tecnología o en ámbitos sociales. La innovación es la acción de introducir, en cualquier ámbito productivo o de gestión, mejoras en productos o procesos existentes. Y finalmente, existe la transferencia del conocimiento, que vela por compartir el know-how generado a través de la investigación, para que tenga su aplicación práctica.
La investigación es necesaria para alcanzar metas de nuevo conocimiento científico, y puede ser realizada en unidades aisladas, pero no la innovación, ya que requiere mucha creatividad para resolver los retos que aparecen en ámbitos de gestión, productivos o de producto.
Puestas las definiciones sobre la mesa, es momento de ver la realidad de hoy en nuestro país. Si bien es cierto que Cataluña ha demostrado ser líder en la captación de fondos basados en la excelencia científica, sólo se invierte el 1,7% del PIB en I+D (876 millones de euros en 2023), una cifra lejos del 3% que actualmente destinan los países líderes.
Sin embargo, Cataluña es considerada en toda Europa un territorio con una innovación moderada, lejos de la inversión que se lleva a cabo en los países líderes del norte y el centro de Europa. Es así como existe una gran desigualdad entre el estado de la investigación básica (que tenemos bastante bien desarrollada) y el de la innovación en Cataluña. Dicho lisa y llanamente, hay un desacoplamiento evidente entre ciencia e innovación.
Desde FemCat creemos firmemente que los países, para tener un desarrollo económico y social, es necesario que apuesten por la innovación abierta y la colaboración entre el sector público y el privado. En esta esfera, no hace mucho tiempo, una delegación numerosa de FemCat acompañada por rectores y vicerrectores de transferencia e innovación de las universidades públicas de Cataluña, viajamos a Suiza para aprender de su ecosistema de innovación, tan bien trabado entre la empresa , la academia, los centros de investigación y tecnológicos y el sector público. Y es que Suiza lleva 13 años siendo el país más innovador del mundo. Y si algún aprendizaje es necesario aplicar en nuestro país es justamente esta simbiosis entre todos los actores del sistema que favorecen la innovación y la competitividad de las empresas.
De aquel viaje extraímos, con más ímpetu de lo que ya pensábamos, que necesitamos una colaboración público-privada real “a la suiza”, y eso significa aproximación y escucha activa. No digo escucha cómo lo solemos hacer en Cataluña, diciendo que paramos la oreja pero que a la hora de la verdad hacemos y deshacemos como nos conviene. Digo escucha activa en su máximo sentido, lo que implica una colaboración empática de todos los agentes implicados en el ecosistema de transferencia e innovación. Así, una estructura conectada entre las instituciones académicas y científicas, los centros de investigación y tecnológicos, el sector empresarial y emprendedor y los gestores de la sociedad o sector público.
Innovación como eje estratégico
No es imposible lo que vimos en Suiza, en absoluto. Crear este ecosistema en Cataluña pide establecer sinergias eficientes entre todos los agentes antes mencionados y hacer que cada uno ponga su parte de responsabilidad. Hablemos en detalle: las empresas deben ser transparentes sobre sus necesidades y colaborar de forma activa con los centros de investigación y tecnológicos, haciendo de la innovación un eje estratégico empresarial. La academia debe escuchar la demanda del mundo empresarial y adaptar sus programas formativos en consecuencia. Esto puede incluir programas de intercambio bidireccional y la exploración de nuevos ámbitos de colaboración; poniendo el foco siempre en acciones que sumen hacia la transferencia de conocimiento que la sociedad necesita a corto y medio plazo.
Los centros de investigación y tecnológicos es vital que sumen y que no compitan entre ellos, al tiempo que se centren en aportar el mejor conocimiento posible, haciendo de sus avances herramientas estratégicas para el progreso cualitativo de la sociedad. Esto requiere, entre otros, incluir la transferencia de conocimiento dentro de los indicadores de rendimiento. Y, por último, es necesario que los gestores públicos impulsen esta transferencia mediante recursos adecuados y una visión clara y consensuada en el rumbo a seguir. Es necesario asegurar la coherencia en la definición de los proyectos a subvencionar y la integración de unos presupuestos adecuados para todo este entramado.
También es necesario ser coherentes con la valoración económica de la aportación de cada una de las partes. Desde la generación del conocimiento hasta llegar a ser útil para la sociedad intervienen todos y cada uno de los actores y, sin duda, es necesario realizar un reparto equilibrado y justo de los beneficios tanto económicos como de propiedad intelectual. Muchas veces esta falta de equilibrio estropea la posibilidad de creación de start-ups de éxito.
Además, siguiendo el ejemplo de Suiza, deberíamos crear un relato consensuado por todas las partes, primero porque lo que no se explica no existe, y segundo porque si todos explicamos el mismo relato potenciamos nuestros activos y creamos nuevas oportunidades en todo el ecosistema.
En resumen, no hay innovación sin invertir en investigación. Y si no existe innovación, no es posible el retorno de la inversión en investigación en beneficio de las personas y la sociedad. La colaboración público-privada es esencial para la efectiva transición de la investigación al mercado y para el desarrollo de un país industrial de alto valor añadido. Sólo mediante una aproximación activa y una escucha constante entre las partes implicadas podremos conseguir este objetivo y situar a Cataluña como un país próspero.