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Peligrosa guerra de Trump contra las fuentes anónimas

27/02/2025
2 min
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El Wall Street Journal mantiene un pulso con el presidente Donald Trump. Considera que su plan de aranceles es "la guerra comercial más estúpida de la historia". En un editorial reciente le decían con socarronería: "Si el objetivo es perjudicar a los trabajadores del sector automovilístico americanos ya las perspectivas electorales republicanas en Michigan, entonces adelante, presidente". Trump ha reaccionado con virulencia y en una de sus retahílas de coherencia dispersa en la red Truth Social ha acabado amenazando con demandar a los medios que utilizan fuentes anónimas.

Donald Trump, en la reunión de los gabinetes.

Me cuesta decirlo como si me arrancaran una muela de vivo en vivo, pero creo que –en medio de las absurdidades habituales– Trump expresa una preocupación legítima: las fuentes no identificadas son una rendija para afirmar cualquier cosa sin tener que demostrarla. El drama es que, con demasiada frecuencia, son también el último recurso para explicar asuntos de relevancia pública que sólo se licuan desde el poder bajo la condición de gozar de la protección del anonimato y eso las democracias plenas lo aceptan y asumen. Obligar a los periodistas a revelar las fuentes es una aberración y una manera de empobrecer muy rápidamente la capacidad de la prensa de fiscalizar a las instituciones. Los abusos de las citas anónimas, que están ahí, son mosquitos que deben combatirse quirúrgicamente, no en tuberías. Cualquier lector mínimamente informado sabe distinguir entre una fuente que aporta valor y una que podría ser ficticia o que sólo participa cobardemente en el debate político sin dar la cara. Estas últimas son grasas trans de la información, así que una buena educación mediática debería conseguir despegar a los ciudadanos de aquellos medios que colapsan las arterias del periodismo con fuentes dudosas y nunca identificadas, utilizadas como ariete.

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