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Crítica de tele

Los Gaudí, de más a menos

Pep Ambròs 'reventando' la gala de los Premios Gaudí.
Periodista i crítica de televisió
3 min
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La 17ª gala de los Gaudí arrancó de forma impecable con el musical de Paula Malia haciendo el recorrido hasta llegar al escenario. Un viaje metacinematográfico de las bambalinas (técnicos, trabajadores de la limpieza, maquilladores...) al glamour, apelando a esta idea de construcción del espectáculo, de mostrar los trucos de la magia. Malia tiene el registro perfecto para asumir este tipo de retos que necesitan protagonistas versátiles. El actor Marc Clotet parecía más superado por el propio espectáculo frente a la inmensidad de la sala. "Este año por fin nos lo creemos", decían. Y apelaban a la opulencia como alegoría de la autoestima. El show parecía recuperar la majestuosidad perdida el pasado año.

Marc Clotet, Paula Malia y Eduard Sola en el escenario de los Premios Gaudí 2025.

Arrancaron recogiendo el tema de la maternidad que el cine catalán se ha encargado de escudriñar. Tenían todos sus ingredientes: el glamour, la versatilidad, las dosis calculadas de humor con los personajes de Judith Martin, una sobriedad interesante en las formas, un guión conciso y el puntito justo de comedieta que pide todo. Pero era una máscara. La gala demostró tener una narrativa interna que quería deconstruir su propio concepto, en un ejercicio tan interesante como irregular de transgresión del género, un destripamiento, un harakiri metafórico digno de una comedia musical que, más allá de repartir premios, quería explicar una historia. El actor Pep Ambròs logró controlar el espectáculo con una camiseta del Sindicato de Llogateres, un acto de sabotaje y transgresión que pretendía hacer una reflexión sobre la impostura de la ceremonia.

Ahora bien, el acto de reivindicación era otra impostura en sí misma. La teatralización de las reclamaciones sociales y económicas derivó en un virtue signalling de manual acompañado por los aspavientos del público, donde quien más fuerte aplaudía parecía mejor persona. Era morboso e incluso cómico ver los equilibrios entre realidad y comedia, entre la superficialidad y el drama de aquella etapa donde también cambió el punto de vista. Ambrosio se situó de espaldas a la platea, dirigiéndose directamente al espectador. asumir los televisivos. La audiencia de casa adquiría más importancia que los asistentes a la sala. la espalda al público del auditorio.

El discurso de Judith Colell en la de los Premios Gaudí 2025.
La banda especial que sumaba Grupis y Killin'Cactuz

La gala, de forma consciente, fue desintegrando su propio concepto. Y esto alcanzó la máxima expresión cuando Ambrosio pasó el testigo a la presentadora Marta Torné en una aparente improvisación. Y la gala del cine se convirtió en un talent show tronadito de viernes por la noche de TV3. Torné se interpretaba a sí misma en su desconcierto y la actuación del Grupis Xillin'Cactuz reforzó esta idea de experimentación con buena voluntad. El problema es que en medio de ese contexto faltaban los dos premios más importantes de la noche. Y, llegados a este punto, el hilo narrativo ya había perdido la consistencia y la gala, en vez de terminarse, parecía más bien autodestruirse.

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