El creador de PISA nos pone deberes

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Andreas Schleicher, el director de Educación de la OCDE y coordinador mundial de las Pruebas PISA

El último informe PISA provocó una fuerte sacudida en el mundo educativo, especialmente intensa en Catalunya, donde los resultados no acompañaron en absoluto. Llovía sobre mojado por el malestar de un sector en el que se entrecruzan muchos problemas: el lastre de los recortes de hace más de una década, los efectos de la pandemia, los continuos cambios legales y de currículum, el pesimismo de los maestros, el debate sobre la innovación metodológica, la segregación del alumnado vulnerable, la persecución de la inmersión lingüística, la forma de tratar las nuevas tecnologías, la falta de atención del alumnado, si es necesario o no poner deberes, el papel de la memoria, la tibia implicación de las familias, la crisis de autoridad, la polémica sobre el calendario y los horarios, la gobernanza y autonomía de los centros, la rigidez de la administración... Y podríamos seguir. Este cúmulo de debilidades, dudas y retos no hace fácil la búsqueda de consensos que devuelvan la serenidad, el buen trabajo y la ilusión en las aulas, ni por parte de los maestros ni de los alumnos..

Ante la necesidad de recuperar el rumbo, es importante prestar atención a voces autorizadas. Hoy en el ARA entrevistamos al director de Educación de la OCDE, inventor y máximo responsable de las pruebas PISA, Andreas Schleicher. Conoce a fondo la realidad educativa de muchos países -incluida la catalana- y dispone de una notable cantidad de información comparativa. ¿Y cuál es el diagnóstico de este experto? Señala sin muchos filtros muchas cosas que mejorar en nuestro caso: por ejemplo, el hecho de que los alumnos catalanes aprendan demasiadas cosas de manera superficial, sin ir al fondo. A su juicio, el exceso de materias hace imposible la profundización. Aboga, pues, por el "menos y mejor". Y por ir a las bases. Es decir: escritura, lectura, matemáticas. Y todo al servicio de hacer pensar a los chicos y chicas, de hacerlos razonar, de fomentar la curiosidad para que se motiven, para que no sean consumidores pasivos en el aula de conocimientos que consideren ajenos. Más cosas: se muestra a favor de poner deberes para hacer en casa, dice que la inmigración sin duda es un reto pero que no puede ser una excusa, alerta del peligro de igualar por abajo (nos falta la ambición de la excelencia), no descarta la separación por niveles (vigilando que no genere segregación) y afirma, entre otras cosas, que tenemos un serio problema de indisciplina en el aula. Schleicher también cree que los maestros catalanes, a diferencia de los de otros países, tienen un salario adecuado. Y que vale la pena que Catalunya mire hacia afuera en busca de buenos modelos.

Seguro que sus palabras incomodarán a más de uno. Habla muy claro. No significa que tenga razón en todo. Pero sería bueno pensar en serio en lo que dice. Sin miedo, sin prejuicios. Estamos a las puertas de un nuevo final de curso. Un nuevo curso que ha estado marcado más por las quejas que por la ilusión, más por el victimismo que por las ganas de salir adelante, más por la improvisación que por la mirada larga. También estamos a las puertas de un nuevo cambio político. No se vislumbra un gobierno fuerte y estable. Pero la educación no puede esperar. Lo sabe el creador de PISA y lo sabemos todos. Es necesario con urgencia un gran consenso educativo.

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