La importancia de salvar puestos de trabajo industriales
Cuando en mayo del 2020 Nissan anunció el cierre de su fábrica en la Zona Franca, además de las otras dos auxiliares que tenía en Catalunya, el Gobierno, y también el ministerio de Industria, se comprometió a buscar una alternativa industrial para recuperar esos puestos, al menos parcialmente, y dar una nueva vida a una infraestructura que en sus mejores momentos había llegado a fabricar hasta 196.000 coches al año en Catalunya. Ha costado años porque la reestructuración del sector automovilístico en su paso hacia la electrificación no está siendo sencillo en Europa, y porque las inversiones que se necesitan no siempre son fáciles, especialmente en momentos convulsos en el ámbito geoestratégico mundial. La búsqueda de un socio chino, codiciado desde hace muchos años, era complicada, pero finalmente el gigante Chery se ha aliado con la catalana EV Motors para compartir el Ebro Factory, una fábrica que es una sociedad propia participada por ambas empresas y que trabajará para ambas marcas, aunque mantienen de forma independiente su diseño y tecnología.
La firma del acuerdo ayer fue un hito histórico, y la cara de los políticos que asistieron al acto, desde Pere Aragonès hasta Pedro Sánchez, pasando por Jordi Hereu y Roger Torrent, era de máxima felicidad . Jugaba, claro, el hecho de que la noticia, buena, llegaba en plena precampaña electoral, pero también que era el punto y final de muchos y muchos esfuerzos dedicados a conseguir que las instalaciones mantuvieran su finalidad industrial y no nos transformaran, por ejemplo, en un centro logístico o de otro tipo. Para ello ha habido muchas conversaciones, y también buena parte de inversión pública. No se ha explicado cuál es la aportación de cada uno, pero sí se sabe que de momento hay 400 millones de euros de inversión público-privada que dará trabajo inmediato a 150 trabajadores, provenientes mayoritariamente de la antigua Nissan. En el futuro se irá incorporando más gente, con el objetivo de que en el 2029 acabe fabricando unos 150.000 coches al año y de trabajo a unas 1.200 personas.
Cataluña ha sido históricamente una potencia automovilística, pero en los últimos años este liderazgo se ha ido diluyendo, entre otros temas, por la irrupción del coche eléctrico y el retraso que se tuvo a la hora de sumarse a él. . También porque la globalización ha eliminado las fidelidades a los sitios y, en el caso catalán, las empresas tienen la matriz en otros países, por lo que cuando hay problemas priorizan salvar sus instalaciones o sus trabajadores. Es lo que ocurrió con la japonesa Nissan tras su acuerdo con la francesa Renault, que acabó quedándose con las fábricas europeas. En este sentido, es interesante que en esta operación participe también EV Motors, que fabricará dos SUV, uno de gama media y otro de gama alta bajo la marca Ebro, y fundamental que se intensifiquen las ayudas a la electrificación ya la investigación y potenciación de este ámbito en todos los niveles. Del sector automovilístico, más allá de las fábricas principales, cuelgan miles de puestos de trabajo de empresas auxiliares de todo tipo, y estas inversiones acaban repercutiendo y beneficiando a mucha más gente de la que parece a primera vista. Es necesario insistir.