Cinco días después de la catástrofe de la DANA en la Comunidad Valenciana, los equipos de rescate están apenas llegando a algunos puntos que hasta ahora estaban bloqueados, como parkings y bajos inundados, donde se teme que aparezcan más cuerpos que hinchen el balance que hasta ahora se tiene, de 210 muertes. En paralelo, la población afectada todavía vive rodeada de escombros y toneladas de barro, con dificultades de abastecimiento y con el peligro de aparición de enfermedades infecciosas u otros problemas derivados de la destrucción total que han sufrido algunas zonas. Ante esta situación, el gobierno valenciano y el español parece que han entrado en una especie de partida de ping-pong para sacudirse responsabilidades, aunque no cabe duda de que el principal señalado es el inquilino del Palau de la Generalitat, un imponente edificio gótico situado en el centro de Valencia que simboliza el autogobierno valenciano. Es la misma esencia del concepto de autogobierno el que ha quedado fuertemente tocado con la nefasta gestión de los efectos de la DANA que ha hecho el PP valenciano, que ahora no tiene más remedio que ponerse en manos del gobierno español y los suyos ministros para que aporten soluciones a la situación de emergencia.
La gestión de la crisis, sin embargo, pasará a la historia como un ejemplo de todo lo que no debe hacerse. Primero avisaron tarde, un extremo de que el propio Mazón aún se resiste a admitir, y después activaron todos los mecanismos de ayuda y rescate también tarde. El primer día ya era una evidencia de que no era suficiente con 500 militares y que había que multiplicar por mucho esa cifra. Por último, este sábado se ha elevado la petición hasta 5.000. Y cuando el jueves la tormenta descargó fuerte sobre las comarcas de Castellón, la alerta llegó a los móviles de los ciudadanos cuando ya estaban en los puestos de trabajo y los niños en la escuela.
La indignación ciudadana con sus autoridades también ha sido el origen de la enorme ola de solidaridad que ha generado la tragedia, una ola que la Generalitat tampoco ha sido capaz de canalizar adecuadamente. Ha faltado competencia y experiencia, pero también empatía y transparencia. Que en estos momentos no tengamos una cifra aunque sea aproximada de desaparecidos es muy mal síntoma y hace crecer todo tipo de especulaciones. Por si fuera poco, la extrema derecha está aprovechando estas trágicas circunstancias para esparcir todo tipo de fake news por culpar a la izquierda de la catástrofe y por vehicular discursos de odio contra los inmigrantes.
Ojalá la colaboración entre administraciones dé fruto en los próximos días y se pueda restablecer una mínima normalidad en las zonas afectadas. Pero esto no quiere decir que nos olvidemos de reclamar responsabilidades cuando llegue el momento. La Generalitat Valenciana está ahora muy interesada en desviar la responsabilidad hacia los meteorólogos de la Aemet, cuando ellos precisamente llevaban días avisando de lo que venía. Como dijo Jaime I y cantaba Al Tall, "Vergüenza, caballeros, vergüenza".