Lo que se decía años atrás, "Antes, todo esto eran campos", con el brazo estirado peinando el horizonte como John Travolta en Grease, ahora podría aplicarse a X: antes todo esto era un campo de expresión al que se entraba y del que se salía como una persona. Ahora X es como un corte de carne lleno de tendrums que debes ir descargando antes de poder masticar la teca digerible. Porque todavía hay, y bastante.
En 2024 han continuado los abandonos de X anunciados con solemnidad, sobre todo a partir de la victoria del dúo Trump-Musk en las elecciones americanas. El dueño de la cosa se puso estupendo y reescribió a McLuhan. El medio es el mensaje, pero el medio ya no es la tele sino X, red que ahora nos vienen como la única herramienta al servicio de la verdad ciudadana, en oposición al periodismo teledirigido por las élites. Mientras, Musk esconde el huevo llamado del algoritmo y ha permitido la vuelta al campo de todo tipo de jugadores expulsados, empezando por el hombre que jurará como presidente de Estados Unidos en tres semanas. Claro que les molesta, el periodismo.
X es útil, pues, para saber cómo trabaja la extrema derecha elementos clave para decantar el voto, como la desconfianza, el miedo, la rabia, el odio o la sensación de amenaza inminente para nuestra supervivencia . Pero también hay contraste, y todo tipo de hilos de interés económico, histórico, científico o deportivo, pensamientos brillantes, golpes de humor o arqueología televisiva, que encontraremos siempre que le dediquemos un rato, porque la red va de derecho a servir -te lo que sabe (porque te conoce) que no podrás rechazar, tanto si son los 25 mejores goles de Messi como el último bramido de un asno que no puedes ni ver. Han mejorado su capacidad adictiva. Has entrado un momento a ver qué y ya han pasado 20 minutos que te han revuelto el ánimo. Antes podía ser tiempo invertido. Ahora, si te dejas llevar, es tiempo malogrado.