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¿Por qué nos gusta tanto Quimi Portet?

Quimi Portet 'en Estambul'.
28/03/2025
2 min
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BarcelonaHace pocos días, una amiga más joven preguntaba en un chat de amigos por qué nos gusta tanto Quimi Portet. Éstas fueron algunas de las respuestas: "Por sus letras", "Tiene un punto macarra que mola", "Ha sabido envejecer muy bien" o "Ya tenía temarros con El Último de la Fila". Añadí que sabe entender muy bien a Catalunya. "Muy bien argumentado, me la escucharé", zanjó ella.

Lo que todo el mundo debería hacer, tanto quien nunca ha escuchado Quimi Portet, como quienes somos fans de póster, es leer el volumen que recoge sus canciones en catalán: Canciones en bello lemosín 1987-2020, publicado por La Segunda Periferia. Debería avisar, de entrada, que quizá no sea muy objetiva en este artículo porque, aparte de que ya me gustaba El Último de la Fila cuando era adolescente, creo que el Cancionero electromagnético, el tercer disco en catalán de Quimi Portet, es uno de los mejores discos paridos en este país, en el de al lado y en los de más allá. La Segunda Periferia, además, es mi editorial y su ilustre editor jefe, Miguel Adam, un buen amigo. Pero esto no me nubla el sendero y puedo afirmar, con convicción, que es un editor con criterio y buenas ideas (algunas, incluso, han sido manadas por grupos grandes de la primera periferia). Pero si Portet mola, tal y como decía uno de los amigos, es precisamente porque, pese a ser un astro intercomarcal, ha decidido apostar por una editorial independiente catalana, aunque seguramente eso significa embolsarse menos dinero. En esto, es poco catalán y, por eso mismo, es el catalán perfecto, como una especie de supercatalán o übercatalan, que diría Nietzsche, que ha pasado por las tres etapas de metamorfosis correspondientes: acepta la herencia lingüística, cultural e histórica, pero rechaza el provincianismo cultural y tendero y, como el niño que todavía es, renueva el lenguaje, crea un universo propio y formula una visión de su música y del país arraigada y, a la vez, universal y transformadora. Lo achaco a que es a la vez barcelonés y de Vic, una combinación identitaria imbatible.

Portet sabe albergar en sus versos, con vocabulario preciso, los paisajes de la Cataluña que ama y nos rodea masías, pueblos, bosques y sembrados, o pasear de su mano por Barcelona, ​​de la Mar Bella hasta Tres Torres, blanco de gaviotas, verde de cotorras. Representa el país que me gusta y al que quiero pertenecer, la Cataluña que me hace sentir orgullosa y no me da pasar vergüenza, la que desprende inteligencia, talento, autoestima, respeto, humor y lengua. Autocentrada y con referentes propios, como cuando canta en Francesc Pujols, heredero de Llull, y cita a Ausiàs March y otros como Rusiñol, Casas, el gran Gaudí, Sisa, Pau Riba, Miró, Dalí, Manolo Vázquez, Albert y Josep Pla, Lluís Massana, Raimon, Bonet, Llach y Coromina. Pero no renuncia a los referentes internacionales, tanto en la música con elunderground americano, como en las letras, donde podemos encontrar ecos tan eclécticos como Camarón de la Isla o EE Cummings.

Albert Bofill, otro supercatalán, decía que en este país debes disfrazarte de normalidad cuando tienes talento. Quimi Portet sería el mejor camaleón.

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