La reivindicación del 12 de octubre, a contracorriente del mundo

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Imagen del monumento de Colom en Barcelona

Los hechos históricos son siempre complejos, y hay que tener en cuenta el contexto de la época y de sus valores culturales para entenderlos desde la perspectiva actual. Aun así, hay valores y contextos que no tienen ningún tipo de justificación hoy en día y, por lo tanto, suponen una mancha para los países que protagonizaron unos hechos que hoy nos pueden parecer censurables. Nadie puede aceptar ahora, por ejemplo, el esclavismo o la Inquisición. Lo mismo pasa con los procesos colonizadores del siglo XIX, que en parte continúan llagando algunos continentes, en especial África, y, por supuesto, con la "conquista" o colonización de América por parte del Imperio Español –y otros–, que en buena parte supuso la extinción y desculturización de las poblaciones originarias, bien por la persecución sistemática y violenta, bien por la importación de enfermedades que mataron a millones de personas.

La colonización americana por parte del Imperio Español fue un proceso largo –desde 1492 hasta 1898, cuando la última colonia americana, Cuba, consiguió la independencia–, que tuvo muchos claroscuros y supuso en buena parte de estos países la destrucción, persecución, maltrato o marginalización de la población autóctona originaria. Hasta hace muy pocos años no consiguieron hacerse un lugar en la agenda política y social de sus países, y no de todos, a la vez que el rencor contra España hace tiempo también que fue haciendo mella entre los descendentes de los colonos originarios. El 2019, pocos meses después de llegar al poder, una de las primeras cosas que hizo el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador fue mandar una carta a Felipe VI pidiéndole que pidiera perdón en nombre de España por la conquista y la persecución de las poblaciones originarias. También envió otra al papa Francisco solicitándole que pidiera perdón por la violencia empleada en la evangelización católica en el continente. El Papa se ha disculpado este año y ha reconocido el sufrimiento que provocó la imposición por la fuerza de la religión; de Felipe VI, no ha habido respuesta.

El PP, en cambio, la ha dado atacando al presidente mexicano y al mismo Papa. Su triunfalismo reivindicando el catolicismo y el castellano como sinónimos de civilización ha llegado a niveles impensables. Incluso han llegado a afirmar que si los indígenas se quejan es porque son "comunistas". No hacen falta comentarios. La diferencia con el gesto de Joe Biden, que este año ha aprobado que el Día de Colón comparta protagonismo con el Día de los Pueblos Indígenas, es abismal. En el mundo de hoy en general hay consenso al reconocer el derecho de los pueblos a su tierra y su propia cultura, pero este es un camino que sin duda la derecha española está muy lejos de recorrer. Le costaría poco reconocer los errores y reivindicar las cosas buenas que pueda haber aportado esta parte de historia común, con un mínimo de humildad y respeto por los demás, pero es tan arrogante que está contenta creyente que era verdad lo que leía en los libros franquistas. La negación de la historia como ideario político. Una estrategia común entre la ultraderecha de muchos países que va a contracorriente del mundo, la libertad y la civilización que tanto falsamente dicen defender.

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