Hoy hablamos de

TikTok y la censura selectiva en EE.UU

Mark Zuckerberg, propietario de Meta.
Itxaso Domínguez de Olazábal es profesora en Sciences Po Paris y en la Universidad Carlos III de Madrid y miembro de la red European Digital Rights
3 min
Regala este articulo

La prohibición de TikTok en Estados Unidos ha generado un debate político que va más allá de las preocupaciones sobre la protección de datos. El argumento sobre la seguridad de los datos ha sido, en gran parte, una excusa para justificar una medida con implicaciones geopolíticas y sobre la libertad de expresión. 

Es cierto que plataformas como Facebook, Google y Twitter tienen un historial de abuso de la privacidad y los datos personales, explotando información de los usuarios sin un control real sobre su uso. Y es por ello que es aún más aparente que el foco en TikTok responde más a una narrativa de miedo hacia China que a un interés genuino en la protección de la privacidad. La realidad es que el gobierno estadounidense, a través de la retórica de la ‘seguridad nacional’, usa a TikTok como chivo expiatorio para desviar la atención de sus insuficiencias en la regulación de las grandes corporaciones tecnológicas y su nula atención a los problemas materiales de la población. 

La retórica de seguridad nacional es además utilizada como instrumento para generar desconfianza en una plataforma que permite hablar de temas delicados, inscrita en un discurso de victimización y control, donde la percepción de una amenaza externa refuerza un sentimiento de inseguridad en la población. Es más fácil movilizar el miedo a un enemigo exterior para justificar restricciones en la libertad de expresión, cuando en realidad lo que está en juego es el control de los flujos de información.

Mientras las redes sociales estadounidenses se usan cada vez más para la propagación de ideas de extrema derecha, la postura del gobierno de EE.UU. hacia TikTok puede verse como un esfuerzo por controlar las narrativas digitales, favoreciendo las que alinean con intereses geopolíticos y políticas conservadoras. En este sentido, uno de los elementos más significativos es que TikTok ha ofrecido un espacio de libertad de expresión, presentándose como una alternativa a las narrativas dominantes en otras redes sociales, tanto en términos de contenido como de los creadores del mismo. Esto es particularmente relevante en relación con el contexto de Palestina, donde las voces palestinas o en defensa de los derechos humanos han tenido dificultades para ser escuchadas en plataformas como Facebook o Twitter, acusadas de censurar contenido relacionado con la causa palestina bajo presión de grupos pro-israelíes.

Este fenómeno se conecta con las posturas de Elon Musk y Mark Zuckerberg, quienes han defendido la importancia de la libertad de expresión en sus plataformas, incluso a expensas de otros derechos humanos. Sin embargo, estas declaraciones se deben contextualizar políticamente. En el caso de Musk, Twitter se ha convertido en un bastión para sectores conservadores y de extrema derecha, defendiendo la ‘libertad de expresión’ para aquellos que comparten sus posturas ideológicas. Zuckerberg, por su parte, ha permitido que Facebook se utilice para la organización de movimientos de ultraderecha y la difusión de teorías conspirativas, mientras argumenta que la libertad de expresión debe ser protegida. Aunque sea a expensas de otros derechos humanos.

Ambos sostienen que las plataformas deben ser espacios libres. Sin embargo, esta defensa de la libertad de expresión es selectiva, beneficiando a grupos que comparten sus perspectivas políticas y económicas, además de ganarse la bendición del futuro presidente de EE.UU. En este sentido, la demonización de TikTok no es solo una cuestión de datos o seguridad nacional, sino de control de la narrativa digital y el poder político en el ciberespacio.

stats