

La canción So long, Marianne de Leonard Cohen ha trascendido como uno de los cantos de amor más bellos de la música y ha elevado el nombre de ella, Marianne Ihlen, a una de las grandes inspiradoras del proceso creativo del autor. Sin embargo, esta es la versión simple e idealizada de la relación entre los dos. En 2020, el director Nick Broomfield rompió ese aura mística que rodeaba a la pareja con un documental espléndido. Marianne & Leonard: Words of love hizo justicia a Marianne, que había quedado reducida a una musa adorada por el gran poeta de la música. La dotó de la personalidad que le había sido quitada e hizo evidente la toxicidad que rodeó el vínculo entre ellos. El retrato resultante, a través de imágenes de archivo y testigos, es crudo y revelador. Ni la vida en la isla griega de Hidra ni las etapas de reencuentro de la pareja fueron una postal de felicidad y amor incondicional.
Ahora, la plataforma Movistar+ ha estrenado So long, Marianne, una ficción basada en esta versión de la historia de la pareja. La producción funciona por el interés por los protagonistas reales, porque intenta descubrir más sobre la verdad que la canción ocultó. Si la serie fuese sencillamente un relato sobre una relación de una pareja anónima a lo largo de los años, no lograría sostener el interés del espectador a lo largo de los ocho capítulos. La capa de realidad subyacente es un motor indispensable que estimula la mirada curiosa sobre Leonard Cohen y Marianne Ihlen. Si nos distanciamos del ámbito biográfico, So long, Marianne hace honor al título. El adiós a la amada adquiere un sentido literal y la serie es demasiado larga. Por otra parte, el retrato íntimo del cantante y poeta —sobre todo en su etapa más joven— deriva en una especie de cliché, y el personaje se convierte en un intelectual pesado que no para de pseudofilosofar en bucle sobre temas espesos con la gente que lo rodea. Si el espectador no tuviera claro el pacto narrativo de asumir que ese chico que se instaló en la isla de Hidra se convertiría en el gran Leonard Cohen, percibiríamos al personaje de ficción como un protagonista cargante y fatigante. La serie se esfuerza en profundizar en el punto de vista del documental de Broomfield intentando desnudar a los personajes de su imagen pública, pero la ficción no puede desprenderse de la necesidad de justificarlos, porque es lo que sostiene su atractivo. La serie necesita mantener incorrupto ese lazo afectivo del espectador con los protagonistas, y eso suaviza el drama.
Sin embargo, So long, Marianne es una serie que permite reencontrarte con poemas y canciones de Cohen, descubrir sus contactos con artistas coetáneos y satisfacer el chisme sobre la vida del cantante. Entonces, lo mejor es recuperar el documental Marianne & Leonard: Words of love, de Nick Broomfield, que Movistar+ está volviendo a emitir con motivo de la serie. Es imprescindible para compensar la mirada más edulcorada y blanda, una vez terminados los ocho capítulos.