La importancia de ganar la batalla ideológica de la amnistía

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El presidente del Govern, Pere Aragonès, en el Pati dels Tarongers con la consellera de Economía, Natàlia Mas, y otros miembros de su ejecutivo.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, irá el jueves al Senado para explicar su posición sobre la amnistía en una sesión diseñada por el PP como una operación política para tambalear las negociaciones de la investidura de Pedro Sánchez. El objetivo de los populares es convertir la cámara alta, en la que tienen mayoría absoluta, en una caja de resonancia de su oposición a la amnistía y en general a todo lo que pueda contribuir al mantenimiento de Sánchez en la Moncloa. Por eso, el plan era que intervinieran todos los presidentes autonómicos populares y convertir la sesión en una especie de mitin de partido, y de paso incidir en la incomodidad que este debate genera entre algunos varones socialistas, como Emiliano García-Page, que no participará.

Pero mira por dónde que la participación de Aragonès, que será el único que defenderá la amnistía, le da una nueva dimensión al acto. Será la primera vez que en las instituciones españolas el presidente de la Generalitat, que recordémoslo ostenta la representación de todo el pueblo de Catalunya, podrá explicar por qué es importante la amnistía, qué ventajas ofrece y cuál es el camino que debería acompañar. Lo que debería ser un monólogo podrá ser un debate, y en este caso es imprescindible que las fuerzas que están negociando la investidura de Sánchez presenten batalla para convencer a una mayoría de españoles de que la amnistía es un paso imprescindible para reconducir la crisis política catalana. No puede ser que las únicas voces que se oigan sean las contrarias, como la de Felipe González y otros históricos del PSOE que nunca han sido capaces de entender la singularidad catalana, y así lo han entendido también Rodríguez Zapatero y Salvador Illa.

El PP, por su parte, está en su derecho de convertir la amnistía en objeto de una batalla ideológica, pero no de utilizar las instituciones para sus intereses partidistas. Ya lo hizo con la monarquía para la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo, y lo hace ahora con el Senado. El PSOE y sus socios deben prepararse para la práctica del filibusterismo político por parte del PP, que intentará usar las instituciones que controla para intentar torpedear al máximo la acción de gobierno, empezando por la misma ley de amnistía, por ejemplo dilatando al máximo los plazos.

Sea como fuere, las negociaciones deben continuar al margen de todo este ruido político, pero el plan de acción debe diseñarse teniendo en cuenta esta realidad política. Es decir, no solo debe pactarse el contenido de la ley, sino que hay que pensar con antelación cómo se podrán superar los obstáculos de todo tipo que el PP intentará colocar en la tramitación. Y así con todo. Si algo ya podemos anticipar es que el PP seguirá atrincherado en el estado profundo con la esperanza de que la legislatura sea corta y de que pueda haber nuevas elecciones lo antes posible. Y basta con escuchar a Feijóo y sus tonterías sobre la España que camina hacia una supuesta balcanización (un vaticinio que lleva décadas la derecha branda) para comprobar que cuatro años a la oposición se le pueden hacer eternos.

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