La increíble clase media menguante

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20/07/2024
2 min

La crisis de la burbuja inmobiliaria y la de la cóvid ​​han agujereado. La guerra, las corrientes migratorias y el cambio climático también han impactado en un entorno económico inestable. Pero estos factores no explican por sí solos el debilitamiento de la clase media, que viene de más lejos y tiene que ver con el lento pero sostenido retroceso del estado del bienestar keynesiano de la posguerra europea, que ha ido perdiendo peso, y con él el ascensor social que había engordado la clase media. En EEUU, en 1971 un 60% de la población formaba parte, mientras que en 2021 se había reducido al 50%. La clave de este adelgazamiento es el estancamiento de los salarios y la reducción del poder adquisitivo, en contraste con el rendimiento del capital, que ha crecido. Ha ganado peso el capital y ha perdido su trabajo. También en EE.UU., entre 1979 y 2022 la productividad creció un 64,7%, mientras que los sueldos sólo aumentaron un 14,8%. En cambio, de 1947 a 1978 habían crecido al mismo ritmo. Ha aumentado la distancia entre ricos y pobres, adelgazando el grupo del medio. También se ha reducido la presión impositiva en las rentas altas, pero no la de los asalariados, que son el grosor de la clase media. Ya han aparecido algunos superricos que piden pagar más impuestos frente al peligro de fractura social.

En Cataluña y España, el estallido de la clase media llegó con cierto retraso a causa de la Guerra Civil y la dura posguerra autárquica. El desarrollismo franquista, impulsado por los tecnócratas del Opus y por el acuerdo con EEUU, trajo la vivienda de propiedad y el coche, emblemas de la nueva clase media. Pero hoy los hijos y nietos de quienes progresaron en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado ven cómo sus aspiraciones se han reducido. Algunos afrontan el peligro de desclasamiento. Sueldos bajos, trabajos inseguros y dificultad de acceso a la vivienda conforman los tres pies de barro de su horizonte. Para muchos, también resulta difícil acceder a un alto nivel de formación que implica másteres universitarios. La clase media lleva décadas en declive. Ha perdido confianza en el futuro y, en especial, en la capacidad de las instituciones para protegerla en un marco que garantizaba tanto la equidad social como la movilidad económica.

El declive de la clase media está rompiendo la cohesión social y poniendo en juego la estabilidad política en el Occidente democrático. Con diferencias entre países, en general, el auge de la extrema derecha populista juega con ese miedo a la desclasación. El ideal de una clase media educada, responsable, económica y socialmente activa, comprometida con el entorno, usuaria y exigente con los servicios sociales y con el mundo político, está realmente en crisis. Hoy, la movilidad social está más hacia abajo que hacia arriba. Sólo quienes tienen la red de un patrimonio familiar (sobre todo inmobiliario) parecen estar a salvo. Recuperar el pulso de la clase media debería ser un objetivo democrático de primer orden.

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