Señoras y con orgullo: cuando a partir de cierta edad de repente alguien más joven te llama “señora”


A partir de cierta edad de repente alguien más joven te llama "señora". Es un momento raro, porque no te ves como alguien mayor y venerable, que es lo que hemos asociado al nombre "señor" y "señora". Y es así, nos hacemos mayores. Pero la diferencia entre hombres y mujeres es abismal. Porque el término señor es una muestra de respeto. Era un señor, dicen para explicar que era alguien con elegancia vital, alguien a quien admirar. Señora va asociado a conceptos más aburridos, más tradicionales, nada encantadores. Hablamos de una señora y nos imaginamos a una mujer antigua, con peinado de los años ochenta del siglo pasado, en casa, mirando el mundo con desconfianza. Y lo siento, pero no.
Y no soy la única que lo piensa. El Ayuntamiento de Soria en 2023 encargó a la artista visual Yolanda Domínguez que ideara una campaña para reivindicar el término. En la campaña "Perdón, call me señora" también participaron las artistas Flavita Banana, Silvia Goetz, María Herreros, Ana Cubas y María Hesse. El resultado es maravilloso y, aunque no lo parezca, revolucionario. Porque se trata de dar un nuevo significado que se ajuste a lo que ahora somos las mujeres maduras. Mujeres con vida detrás, con experiencia, con mucho que aportar. Mujeres con valor. Mujeres dignas de ser respetadas y admiradas. Señoras.
Tal y como dice la campaña, las señoras somos mujeres que ejercemos el poder personal para decir, por ejemplo, que no. Mujeres que queremos inspirar a las generaciones más jóvenes para que no vean el hecho de hacerse mayor como un horror. Mujeres que nos sentimos libres de decidir cómo queremos vivir. Que disfrutamos. Mujeres que nos gustamos. Que celebramos la vida. Que cosechamos los frutos sembrados a lo largo de los años en forma de premios, reconocimientos y regalos materiales e inmateriales. Mujeres reconciliadas con la edad y que lejos de vivirla como un estigma la vivimos como ganancia. Que sabemos que la experiencia es un grado y que cuando dicen "señoras y señores", no nos identificamos como simples acompañantes del protagonista.
Cuando hablo con otras mujeres de mi edad no todas están conformes con el término. Los cambios no son fáciles. Y no somos un bloque uniforme. Y el edadismo que nos rodea no lo hace fácil. Hacerse mayor no es mainstream... por ahora. Pero en lo que sí estamos de acuerdo es que ahora mismo nos estamos inventando una nueva manera de ser mujeres maduras. Ya nada tiene que ver con la imagen que teníamos. Por eso a veces cuesta identificarse en positivo con la palabra "señora". Pero la revolución está ahí y ya no la puede parar nadie. Tenemos la manía de asociar la vitalidad y la pasión por la vida con la juventud y como sociedad nos equivocamos. Porque nos condena a no querer avanzar. A vivir cumplir años como un auténtico problema.
Es evidente que la biología marca. Y al mismo tiempo no nos detiene. Yo misma sé que no puedo hacer lo mismo que cuando tenía veinte años (ni ganas), pero siento la curiosidad y las ganas de estar ahí intactas. Hay una parte de mí, de lo que soy, que no tiene edad. Pero he vivido y he aprendido y quiero que me llamen "señora" como muestra de respeto. Sí, señora, y con orgullo.