Hoy, 9 de junio de 2024, se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. No hace ni un mes de las autonómicas y estamos en plenas conversaciones para formar el gobierno de la Generalitat. Todo esto, en un ambiente altamente politizado y en el que la política es uno de los ejes básicos del periodismo, que se estableció como “cuarto poder” a partir del concepto desarrollado por Moisei Ostrogorski en el texto La democracia y los partidos políticos (1903), traducido al catalán por Jordi Galí i Herrera.
Una de las cuestiones de incertidumbre y polémica más recurrentes en la interrelación política-periodismo es la de cómo tratar a los partidos que se sitúan en los umbrales de las derechas e izquierdas convencionales, las zonas infrarrojas y ultravioletas del espectro electromagnético de la democracia, el hábitat de actitudes dolosas como el fascismo y el terrorismo. La potente irrupción de la extrema derecha en Europa ha atizado este debate. En el eje Catalunya-España, con más o menos matices, la convención más generalizada ubica Vox y Aliança Catalana. Debemos añadir a las incertidumbres la presencia que deben tener en los medios los partidos que no tienen representación parlamentaria; para hacernos una idea: en los comicios de hoy optan treinta y cuatro listas, pero no visualizamos más de una decena.
El Defensor ha recibido inputs varios sobre todo, y hoy los resume en la queja de Ignacio González de la Fuente, que comienza refiriéndose a Al mismo tiempo, partido incuestionablemente democrático pero sin representación parlamentaria: “He tenido la impresión de que el número y el tamaño de los espacios dedicados, la reproducción de frases fuera de contexto (aunque fueran entre comillas), las fotos con instantáneas poco favorecedoras, la falta de textos narrados, comentados –aunque fuera de forma crítica–... ha sido un trato poco considerado con una nueva formación –a pesar de no tener representación parlamentaria o no salir a las encuestas–. Análisis como los que hace Àlex Gutiérrez en la sección Pare máquinas. A mí, y probablemente a otros ciudadanos lectores del ARA, la aparición de Al mismo tiempo nos ha despertado curiosidad, y no lo he visto suficientemente reflejado en el diario. Opciones como Aliança Catalana, aunque hayan sido criticadas, terminan teniendo mucho más eco que otras alternativas que considero un punto más innovadoras; como quizás lo era/lo es Al mismo tiempo”. El lector concluye invitándonos a una reflexión autocrítica.
Aleix Moldes, jefe de Política, me transmite la reflexión de la sección, y la anota con enlaces de artículos de la edición digital que sustentan sus planteamientos. Se encontraban ante la novedad de un partido independentista con una alcaldía y expectativas institucionales crecientes, con mensajes xenófobos y homologables en la extrema derecha. “Por eso –argumenta– durante los últimos meses hemos intentado explicar quiénes son y qué defienden políticamente, quien acompañaba a Silvia Orriols en las listas electorales, y similitudes y diferencias con Vox, la extrema derecha españolista que en su día también intentamos explicar de dónde salía. No nos hemos dedicado a explicar el día a día de la formación, en primer lugar, por su poca fuerza institucional y, en segundo, porque consideramos prioritario responder a las grandes preguntas sobre un fenómeno nuevo y no dejarnos llevar por quien la dice más gorda. Después de las elecciones catalanas, hemos intentado explicar, por ejemplo, de qué partidos han llegado los votos en Alianza o en qué barrios se ha hecho más popular. En todo momento, hemos primado el interés informativo, ponderando la exposición que hemos hecho de este partido”.
En cuanto a Al mismo tiempo, Moldes anota que la demoscopia detectaba un escaso interés de la ciudadanía, y la noticiabilidad es relativa al menos porque Graupera ya hizo un intento similar en Primarias. “Sin embargo, el hecho de contar con una exconsejera y representar en cierto modo una parte del independentismo descontento con la deriva del Proceso, decidimos que valía la pena informar de ello a través de algunas piezas puntuales. Por ejemplo, entrevistamos a sus cabezas de lista, explicamos los apoyos con los que contaba su candidatura, nos hicimos eco de el acto principal que organizaron por Sant Jordi y también explicamos los mítines de inicio y fin de campaña. En la jornada electoral explicamos el resultado que obtuvo la candidatura, y también la posterior dimisión de Ponsatí”.
Àlex Gutiérrez explica respecto de Al mismo tiempo que “la llegada de nuevos partidos siempre genera la duda de cómo incorporarlos proporcionalmente, teniendo en cuenta que todavía no han pasado la gran validación de someterse a unas urnas”, y enfatiza también que ninguna encuesta les otorgaba representación. Sin embargo, “en cuanto a mi análisis mediático, consideré que debía hablarse, ya que en redes habían logrado suficiente eco”. Considera, a vuelta de Aliança Catalana, la dificultad de una “definición única de conceptos como ultra, ultraderecha, extrema derecha o neofascista y, a menudo, los partidos que intentan sacudirse esta etiqueta intentan marcar diferencias con movimientos que han recibido el apelativo en el pasado”. Y resumen que, “en el caso de Aliança Catalana, sin embargo, concurren elementos suficientes para que los apelativos sean válidos, aunque sea en su versión 2.0: políticas de odio, culpabilización de colectivos vulnerables, una retórica frontista de reconquista y buenas dosis de xenofobia”.
Por último, Moldes y Gutiérrez invocan cuestiones de principios. El jefe de Política rechaza "categóricamente" que haya un tratamiento desconsiderado o que se elijan fotografías con afán denigrador de nadie, y el autor de la sección Pare máquinas apela a la defensa del punto de vista individual del periodismo de autor en el que se incardina su pieza de opinión.
Este Defensor del Lector considera que el tratamiento informativo tanto de Al mismo tiempo como de Alianza ha sido correcto. Hablar de Alianza es ya una opción, en pleno litigio sobre si dar o no espacio periodístico a las formaciones que una mayoría cualificada de analistas y académicos consideran poco o nada de acuerdo con convicciones de la democracia y el humanismo. El periodismo debe priorizar el interés informativo al margen de si la fuente está o no de acuerdo con determinados principios y, aún más allá, si está o no está extramuros de la ley.
Los medios privados tenemos la fortuna de no depender de cuotas de atención informativa en función de la representación parlamentaria, como sí dependen los medios públicos, con los periodistas en contra de que en tempo electoral manifiestan justamente su discrepancia con este criterio. La noticia no debe ser necesariamente proporcional a los escaños.
Louis Vuitton en el Parc Güell
El desfile de Vuitton en el Parc Güell, que el ARA recogió en la edición del día 24 de mayo, ha motivado una queja de Guillem Galera. Entiende que "resulta incomprensible y profundamente decepcionante" la publicación del artículo que trataba el tema del punto de vista de la moda y la crónica de sociedad. En referencia a la difusión en Twitter, añade los adjetivos: “frustrante, lastimoso, hasta cierto punto aberrante”. Concluye: “Es empírico que la ciudad está colapsando por un turismo chabacano promovido por hoteleros y círculos del establishment variados, y el acompañamiento cómplice de las instituciones, empezando por el Ayuntamiento dirigido por un partido soi-disant progresista, y continuando con una consejería de Empresa también muy aparentemente de izquierdas. En este contexto, pues, y después de las bofetadas de anoche por parte de la policía en el vecindario de la Salud, que legítimamente protestaba (protestábamos) contra este secuestro indigno de nuestro Parque, la publicación de este artículo y la nula capacidad crítica/empática del diario es terriblemente desilusionadora”.
Si el ARA sólo hubiera publicado la citada crónica, digamos azucarada, que tan sólo dedica cinco rayas a los disturbios, está claro que ocultaría la parte de la realidad que anota el lector, y que la objetividad habría quedado teñida de rosa , uno de los colores del Pantone de la prensa. Pero junto a este texto hay dos columnas con fotografía que completan la realidad –completan para que, guste más o menos según los lectores, el desfile era noticia–. Al lado, pues, de “El Parc Güell se entrega al glamour internacional”, estaba el titular que decía “Cargas y un detenido en la protesta contra el desfile”. Más aún, el artículo de Antoni Bassas en el digital insistía con su buena pluma en ese aspecto político y cívico.
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