Hoy hablamos de
En catalán, por favor
24/02/2025
Periodista
3 min
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1. ¿Fue descoordinación, una casualidad de la agenda o una estrategia bien pensada? El mismo día que Salvador Illa se fue a Bruselas a negociar que el catalán sea lengua oficial en las instituciones europeas, el consejero Francesc Xavier Vila presentaba los resultados de la Encuesta de Usos Lingüísticos de la Población en Catalunya. El titular era tan esperable como decepcionante: menos de un tercio de la población tiene el catalán como lengua habitual. Y bajando. Un europarlamentario cualquiera puede llegar a preguntarse por qué caray el catalán debe ser oficial en Europa si en su comunidad cada vez hay un porcentaje menor de hablantes habituales. Pues precisamente por eso. Porque nuestra lengua no es un patois. Porque para revertir esta cifra hay que represtigiar a un idioma que ha perdido el relato, que ha dejado de ser necesario como ascensor social, que tiene un Estado en contra, que tiene unas leyes de mínimos que no se cumplen y que no ha sabido prever que el nuevo mundo global —de redes sociales y plataformas audiovisuales— le situaría en una tendencia cada vez más residual. Camino de la invisibilización, en cada colada perdemos una sábana. Y los titubeos políticos, y la falta de decisión de los partidos catalanistas/independentistas que han mandado a la Generalitat durante todo el siglo XXI, se pagan caros. No han tenido la lengua como prioridad y las iniciativas eran cara a la galería. Aparcado el Proceso en vía muerta, ahora quizá les toca remar de verdad. Para salvar la lengua es necesaria sabiduría, imaginación, emoción, determinación y urgencia.

2. No está todo perdido, ni mucho menos. La misma encuesta servía una cantidad de datos que nos permiten realizar titulares menos victimistas. Nunca por ahora, no ha habido tantas personas que conozcan el catalán o que lo hablen en Catalunya. Como bien destacaba Laura Serra, el especialista en lengua del ARA, hay 117.000 personas más que lo utilizan en comparación con hace cinco años, y otras 267.000 personas que lo entienden. Lógicamente, si en Cataluña ya somos 8 millones de personas, y más de una cuarta parte ya ha nacido en el extranjero, el número potencial de catalanohablantes es mayor, pero, al mismo tiempo, el uso habitual del catalán es porcentualmente menor. Son habas contadas si, en los últimos veinte años, han llegado 1.150.000 nuevos habitantes que del catalán no saben un borrador. De estos recién llegados, los latinoamericanos perciben que el castellano les basta para vivir dentro de una parte que, de momento, seguirá siendo territorio español. Dos décadas atrás, Johan Cruyff ya se lo dijo bien claro a Antoni Bassas en Catalunya Ràdio. Él se había instalado en Barcelona en 1973 y nunca había necesitado el catalán para vivir. Lo decía alguien que luchó por inscribir como a Jordi a su hijo en el registro, que fue seleccionador de Catalunya pero que nunca dijo dos frases en catalán. Messi, que llegó aquí con 13 años, tampoco le habló nunca. Pero el día que vimos que su hijo cantaba "Joan pequeño cuando baila", porque se lo ponían en el Spotify del coche, la escena llegó a salir a la CNN. Eso sí, Piqué se la podría haber ahorrado, la ironía: "Si es que en Cataluña no paramos de adoctrinar a los niños".

3. "Con la escuela no es suficiente, pero sin la escuela no hay nada". La sentencia, que hace diana, es de Miquel Àngel Pradilla, el catedrático de sociolingüística que dice las cosas sin tapujos. las leyes del porcentaje del castellano obligatorio en las aulas, podemos rasgarnos porque el catalán desaparece de los patios o podemos señalar la tele pública por haberse cargado el Club Super3, pero mirar atrás ya nos servirá de poco.

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