Hoy hablamos de
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el pasado 27 de febrero en Málaga.
11/03/2025
Catedrático Universitario de Economía y Política Pública
4 min
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Son días calientes en lo que se refiere a Cercanías y también a Media Distancia. Pero esto no tiene remedio cercano, porque no es consecuencia de la estupidez, sino de un modelo de construcción nacional de España expresado con la política de infraestructuras. Un modelo asentado durante siglos, que comentamos sobradamente en España, capital París. Este modelo fue impugnado por el proceso independentista, que quedó desarbolado por la incompetencia de los protagonistas en las instituciones autonómicas y la determinación de quienes se oponían desde las instituciones españolas. En el Proceso, no en el modelo. Pero esparcir lágrimas por la leche ya derramada es sólo un ejercicio de melancolía que no ayuda ni a quien lo hace ni a quien lo recibe. Las infraestructuras seguirán como están, porque la política seguirá siendo la misma; quienes deciden saben que todo ese desbarajuste ni ha tenido ni tendrá sanción electoral. La identidad pesa más. Y en un par de décadas volverá a hablarse, si acaso.

Mientras, sería recomendable cuidar la consistencia en lo que salga, por pobre que sea, de la política catalana. Más que nada por no confundir a la audiencia más de lo que ya lo está. Y la condonación de parte del fondo de liquidez autonómico, el famoso FLA, ha generado una verdadera ceremonia de la confusión.

El anuncio más precipitado de la condonación parcial lo hizo la parte catalana del pacto, explicando que se condonaban 17.104 millones de euros, un 22% de la deuda de la Generalitat con el FLA. Y que esto supondría una reducción de entre 200 y 250 millones anuales de intereses pagados por la Generalitat al Estado. Pero, poco después, la ministra de Hacienda y candidata del PSOE en las próximas elecciones andaluzas, María Jesús Montero, anunció condonación parcial urbi et orbi, incluso a quien no tuviera deuda con el FLA [sic]. En resumen, la deuda condonada con las autonomías de régimen común (Euskadi y Navarra comen aparte) sería de 83.252 millones de euros.

La lotería tenía efectos distintos en cada comunidad, según los parámetros de comparación que se adopten. En este diario se hizo con detalle a finales del pasado mes, donde se destacaba que (1) Andalucía era la región que ganaba más en volumen de deuda condonada, (2) Canarias eran líderes en porcentaje de deuda de FLA condonado (con Cataluña y la Comunidad Valenciana de farolillos rojos), y (3) Andalucía, Comunidad Valenciana ha cuidado el gobierno central). Que la población de referencia para el cálculo (la "población apretada") sea trampa es complejo y queda para otro día.

Sin embargo, quien no se conforma es porque no quiere, se dice, y no importa si ganan más otros si aquí nos ahorramos un par de cientos de millones en intereses. Así la Generalitat podrá gastar más y pasar página. Es aquí, precisamente aquí, donde esta interpretación hace higo, porque es inconsistente con la versión catalana en la discusión sobre las balanzas fiscales, que se había impuesto en la pertinencia de neutralizar el déficit anual; porque si el Estado ha gastado más que ha ingresado, esta deuda la tendrán que pagar en el futuro los ciudadanos (en nuestro caso, los catalanes). Y, si todavía subsisten discusiones intensas sobre si es necesario tener en cuenta el beneficio para las regiones del dinero que el Estado gasta en la capital (técnicamente hablando, carga-beneficio versus flujo monetaria), sólo algunos personajes estrambóticos niegan aunque es necesario neutralizar el déficit.

¿Cómo se traduce esto en la evaluación de la condonación parcial del FLA? Al igual que con las balanzas fiscales: neutralizando el déficit. Porque la deuda condonada que dejarán de financiar las autonomías será financiada por el Estado, siendo el Estado los contribuyentes de las regiones de régimen común. Esto significa que los contribuyentes catalanes, como todos los que no son vascos o navarros, pagaremos con impuestos estatales la condonación, al igual que hasta ahora pagábamos los intereses abonados por nuestra comunidad.

Y cómo neutralizamos el déficit ¿en el caso de los contribuyentes catalanes? Comparando el porcentaje de condonación del FLA que nos han asignado y el porcentaje que nos toca de financiación de la deuda estatal que antes pagaban las autonomías. En números la cosa va así: los contribuyentes catalanes obtienen el 20,5% del FLA condonado en toda España (17.104 de 83.252 millones). ¿Cuánto deberemos pagar? Podemos aproximarlo por el porcentaje del PIB español (excepto País Vasco y Navarra) generado en Cataluña: el 21%. O por el porcentaje de tributos estatales recaudados en Cataluña; la media en los últimos diez años es el 20,6%. La diferencia entre lo que nos perdonan y lo que vamos a pagar es la ganancia o pérdida. En nuestro caso, una pérdida muy ligera; bien cabeza por manos (aquí está el resultado por todas las regiones).

En resumen, los catalanes pagaremos por un lado –en el Estado– lo que nos ahorraremos (o se gastará de más) por otro –la Generalitat–. Se llama equilibrio general. Y, más en general, igual acabamos perdiendo alguna pluma cuando volvemos a debatir sobre balanzas fiscales. Aunque, en su caso, tampoco tendrá ninguna trascendencia práctica, muy probablemente.

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