La nueva revolución machista


1. Rabia. Que, según el CIS, el 70% de los votantes de Vox sean hombres (y uno de cada tres menores de 35 años) es significativo de una cierta incapacidad masculina de asumir el principio elemental de igualdad de derechos, propio de las sociedades democráticas, que estallado en forma de revolución. Después de haber avanzado significativamente en el reconocimiento de la igualdad de género en las democracias liberales, emerge con furia un discurso autoritario, machista, excluyente e imperativo que ha encontrado en la figura de Trump a un pregonero que le representa con todos sus componentes: insolencia, menospreciación del otro, elitismo del poder, apoteosis de la violencia como forma de autoridad. En resumen, una forma de entender la humanidad y la vida: todos detrás de la voluntad indomable de un hombre, rodeado de un pequeño grupo de homenotes convencidos de que tienen todo el poder del mundo para decidir el destino de los demás ya los que todo les está permitido.
Los primeros episodios son desoladores. Donald Trump envía a Colombia dos aviones de inmigrantes expulsados de Estados Unidos. El presidente Gustavo Petro opone. Trump anuncia un arancel del 25% para cualquier producto proveniente de Colombia. Petro claudica: puerta abierta al regreso de los expulsados por la ira trumpista. ¿Y ahora qué? ¿Alguien se opondrá? Si había dudas sobre hasta dónde podía llegar el resentimiento que ha llevado a Trump a la presidencia de Estados Unidos, decaen rápidamente. Las claudicaciones se encadenan. ¿Quién se atreve a salvar la dignidad democrática? ¿Reaccionará Europa cuando Trump envíe las primeras señales hacia aquí, debidamente insinuadas en las advertencias con las que se exhibió en Davos, telemáticamente? De momento no parece que los europeos se sientan demasiado aludidos.
Defender los valores es combatir la revolución autoritaria –cargada de pulsiones machistas, propias de quienes quieren pintar el mundo desde el abuso sistemático de poder– con la que Trump y los hombres de Silicon Valley nos quieren poner a todos en su servicio. Su obsesión contra la ideología woke, que usan como juguete para ridiculizar las aspiraciones de todos aquellos que detestan la forma que ellos tienen de hacerse los hombrecillos y tomar el mundo en la mano, es una buena expresión de la ola que se avecina. Y a la señora Ana Botín no se le ocurre otra gracieta que recibir a Trump agradeciéndole su "voluntad de desreglamentar". Es decir, de eliminar todo aquello que pueda poner límites a este nuevo poder tecnodigital que sitúa a las redes en el centro de la escena como espacio de vehiculación de sus fabulaciones del mundo, del odio y de la insolencia propios del machismo desvergonzado que representan. Ésta es la revolución cultural que nos amenaza, de parte de unos señores que pretenden llevar el mundo a una nueva fase, conforme al diseño que ellos han decidido.
Algo grave debe ver el Financial Times cuando dice: "Los socios de América tendrán que defender sus valores tanto como sus intereses". Y no es banal la advertencia de Christine Lagarde cuando habla "de crisis existencial" por las amenazas de Trump a sus socios habituales. De modo que es fundada la preocupación que Craig Calhoun ha expresado a Pep Martí (Nación Digital): "Mi temor es que se vuelva a un expansionismo de las grandes potencias que desestabilize aún más el mundo".
2. Dominación. El poder es constitutivo de las sociedades, no existe una relación entre personas, entre grupos, entre países por la que no pase una diferencia de potencial. El riesgo de dominación abusiva aparece en cada momento y en relación. Trump (con la ayuda de la banda de Musk, no olvidemos que ellos son el verdadero poder) está dispuesto a forzar cualquier noción de límites, haciendo suya una ideología machista que busca la movilización de los varones especulando con su incomodidad ante el empoderamiento creciente de las mujeres. Y ésta es la ola reaccionaria que nos amenaza. Con riesgo de retrocesos significativos incluso en lugares como Europa, que, sin embargo, había avanzado en términos de reconocimiento.
Trump y compañía están buscando seguramente una polarización controlada entre Estados Unidos y China. Y dejando las libertades de la mayoría en la oscuridad. China se ha dado por informada con la operación de DeepSeek, su modelo de IA, que ha provocado un descalabro en las bolsas americanas. ¿Europa claudicará? ¿Es inevitable el paso al autoritarismo posdemocrático, con mayor control social de la población? Por el momento, las derechas callan. Y el machismo exulta en el rostro que le encarna, con pelo de color cambiante y permanente cara de enrabietado.