"Las niñas no hacen nada en el patio, sólo hablan" y otras frases que deberíamos dejar de decir
Ya es hora de escuchar a los niños y acabar con todos los ejes de opresión que nos atraviesan para mejorar su bienestar. Lo dicen las mismas niñas y niños a través delAgenda de los Niños, que ha dado voz –y ha hecho de altavoz– a muchas criaturas de Barcelona, que han realizado una radiografía clara de la actualidad de la ciudad y del sistema educativo. Con sus ejemplos y sus demandas, nos hablan de las violencias que sufren, que se derivan de los sistemas que nos oprimen como sociedad: el machismo (las niñas están menos satisfechas que los niños), el racismo (los niños de origen extranjero se sienten menos satisfechos que los demás), el capacitismo (los niños y niñas que tienen algún tipo de discapacidad están menos satisfechos) y el clasismo (los niños que viven en barrios empobrecidos están menos satisfechos).
Esto es lo que vemos día a día en las aulas, en las casas, en la calle... Y os proponemos poner conciencia en cómo nosotros, las personas adultas, podemos reproducir o desmontar estas violencias y desigualdades, preguntándonos por ejemplo, cuántas veces hemos dicho “Voy a comprar al paki” o “al chino” en lugar de hablar de colmado o tienda? ¿Cuántas veces hemos pedido a un niño que coja el lápiz de color carne?
Seguramente, la mayoría hemos dicho estas frases o las hemos oído sin reparar en sus implicaciones. Os proponemos algunas más para pensar:
"Venga subimos por las escaleras que así quemaremos la comida". Con comentarios así sobre nuestros cuerpos o los de las demás personas, sin darnos cuenta, reproducimos la presión estética y la grasofobia. Esta norma también se reproduce en los referentes que los niños ven en los cuentos, películas, series o en muchas publicaciones divulgativas, que a menudo muestran cuerpos delgados y fuertes, lo que genera una violencia estética que duele mucho. Para pensar en ello, le recomendamos la guía ¡Somos demasiado! Guía sobre grasofobia en el ámbito educativo, de Granadas SCCL.
"Mira a esta chica como va vestida, parece que vaya provocando". Las niñas y chicas aprenden que sus cuerpos pueden ser juzgados, comentados, invadidos y sexualizados, y lo hacen a través de la publicidad, comentarios, canciones tradicionales y otros elementos de socialización. Por eso proponemos hablar de estas violencias, y también del buen trato, límites y derecho al propio cuerpo. Le recomendamos El ruido del silencio. Guía para bajar el volumen de las violencias sexuales, de la Cooperativa Candela.
"Las niñas no hacen nada en el patio, sólo hablan". Esta frase simboliza la infravaloración que hacemos del cuidado, intimidad, vulnerabilidad, escucha, diálogo y, de paso, de las niñas y sus actividades. Y las criaturas saben lo importante que es, y por eso nos piden más acompañamiento emocional y espacios de diálogo. En la guía Herramientas de andar por casa para familias dispuestas a hacer impensables las violencias machistas, elaborada por Vira Cooperativa Feminista, encontrará recursos y mucho más.
Escuchar para aprender
Todas estas presiones se ponen de manifiesto desde muy pequeñas, y por eso las criaturas piden romper con los estereotipos de género, menos presión sobre cómo deben ser, que todo el mundo pueda jugar a lo que quiera a la hora del patio independientemente de su género y tener referentes que representen la diversidad de cuerpos.
Los niños de Barcelona lo tienen muy claro: desean ciudades, calles y escuelas que cuiden dónde sentirse libres y seguras. Quizá sea el momento de dejar de decir "Pareces una niña pequeña" como si fuera algo malo. Quizá sea el momento de romper definitivamente con la idea de que “caladita estás más bonita” y escuchar a los niños para aprender.