Una Superliga para pagar los Lamborghinis

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El logo de la UEFA a la sede de Nyon

El sábado por la noche oí petardos en mi barrio, Sant Antoni, cuando terminó la final de Copa. Y yo, que odio los petardos y ni siquiera soy del Barça, me alegré. Entendí el gozo de mis vecinos y sus ganas de expresarlo y me alegré por ellos. No nos sobran los motivos para estar contentos desde hace más de un año, así que estoy muy a favor de cualquier cosa que sea capaz de ponernos de buen humor. Y el fútbol, sin duda, es un estado de ánimo. Conviene recordarlo justo ahora que los ricos y poderosos, incluyendo al Barça, se quieren apuntar a una Superliga europea para jugar con otros ricos y poderosos y repartirse entre ellos el dinero sin molestos intermediarios como la UEFA que encima les hace jugar en Nicosia o Kiev con la pereza que les da eso. 

Oí este domingo a Alfredo Relaño en Carrusel Deportivo decir que con la Superliga los futbolistas pasarán de tener tres Lamborghinis en su garaje a tener cinco. Por eso los clubes quieren apuntarse, para poder seguir pagándolos. Y les importa un carajo el impacto que supondría para las ligas nacionales y para esos otros clubes que no son ricos de cuna como ellos. Que no intenten colarnos que el invento de la Superliga tiene otro objetivo que no sea el del dinero, porque estoy segura de que se esforzarán muchísimo en vendernos lo genial que nos lo vamos a pasar viendo al Manchester United en lugar de al Sevilla -que por cierto tiene solo un punto menos que el Barça- o al Cádiz que ha sido capaz de ganar al Barça y al Madrid esta temporada. Total, si es cuestión de engañarnos, ya vamos servidos con los de ahora, que organizan una Supercopa en Arabia Saudí y te sueltan sin rubor que es para ayudar a las mujeres, o un Mundial en Qatar y se la sopla la explotación, el esclavismo y las muertes de 6.500 trabajadores inmigrantes para construir estadios con aire acondicionado. 

Por culpa de la pandemia asistimos a lo impensable: ver fútbol sin gente. Y como los millonarios derechos de televisión no son suficientes para seguir pagando sueldos galácticos quieren que traguemos con una competición en la que lo de menos es la gente, el aficionado. Un día de estos, cuando le vaya bien, Laporta tendrá que explicar por qué se apunta y cuántos Lamborghinis va pidiendo Mino Raiola para que pueda fichar a Haaland. No me imagino a nadie en Sant Antoni tirando petardos por ello, la verdad.

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