Cómo los contratos temporales descabezaron la natalidad

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Mujeres trabajadoras, muchas de origen migrante, en la central frutera de Fruits de Ponent

La tasa de fecundidad, definida como el número de hijos por mujer, se ha reducido considerablemente en la mayoría de países desarrollados. En Cataluña, mientras que las mujeres teníamos 2,72 hijos en 1975, en 2022 tenemos 1,17 (las cifras son similares en el resto de España). Esta reducción del número de hijos por mujer ha ido acompañada por el aumento de la edad media en la que se tiene el primer hijo, que ha pasado de los 24,6 años (1975) a los 31,6 actuales.

Estos cambios demográficos se explican por una multitud de factores que están estrechamente interrelacionados. Cabe recordar que durante los últimos 45-50 años hemos experimentado cambios culturales y políticos a gran escala, pero hoy me centraré en algunos elementos del mercado laboral que han impulsado esta transición demográfica.

La incorporación de las mujeres en el mercado de trabajo y los episodios de recesiones dentro del ciclo económico son, ciertamente, los sospechosos habituales. Un tercer factor que resulta clave a la hora de plantearnos si queremos ampliar a la familia o no es la estabilidad laboral. La tasa de temporalidad, definida como el porcentaje de contratos temporales sobre el total de contratos, se ha mantenido constante en torno al 20-22% desde 2008 hasta finales de 2021 (antes de la crisis había superado el 25%). Esta cifra está claramente por encima de la media en la zona euro, donde sólo un 15% de los contratos son temporales.

La sobreutilización de este tipo de contratos de corta duración tiene sus orígenes en la reforma laboral de 1984, que liberalizó la utilización de la contratación temporal para cualquier tipo de trabajo. Esto eliminó la restricción que existía hasta entonces por la que esta figura contractual estaba restringida a los trabajos con un claro componente estacional. Este cambio legislativo es el principal responsable del crecimiento exponencial de la tasa de temporalidad (desde el 5,2% un año antes de la reforma, hasta el 35% en 1995). En un reciente artículo académico con Mario Martínez (Imperial College Business School) utilizamos este hecho histórico, que supuso la instauración de la inestabilidad laboral en el mercado español, para analizar el impacto de las condiciones laborales en las decisiones de fecundidad.

En este estudio comparamos a las mujeres jóvenes que entraron en el mercado laboral justo antes de la reforma (probabilidad más baja de tener un contrato temporal) con las que lo hicieron justo después. Pasados ​​40 años desde la reforma, podemos observar las decisiones de fecundidad para estos dos grupos de mujeres a lo largo de su vida fértil. Ante todo comprobamos la persistencia en la inestabilidad laboral generada por la reforma y observamos que, incluso después de muchos años, en el 2018 un mayor porcentaje de las mujeres que entró en el mercado laboral después de la reforma tiene un contrato temporal. Estas condiciones laborales desfavorables provocan un retraso en el momento de emancipación de sus familias de origen e implican un aumento en la edad de tener su primer hijo. Esto desencadena dos procesos cruciales; primero, una reducción del 15% en el número medio de hijos por mujer. ¿Es un cambio deseado? Si miramos qué responden estas mujeres a la pregunta de si han tenido el número de hijos que querían, vemos que las mujeres más expuestas a la inestabilidad laboral son las que afirman que no de forma más contundente.

En segundo lugar, observamos que el aumento en la edad de tener el primer hijo comporta un ligero incremento en la probabilidad de que el recién nacido sea prematuro. Este resultado está muy alineado con lo demostrado desde otros ámbitos científicos; cuanto mayores somos las mujeres cuando tenemos a los hijos, más probabilidades debe tener complicaciones.

Los datos han puesto de manifiesto que las reformas laborales posteriores a la de 1984 no han alcanzado una reducción significativa en las cifras de temporalidad. Un resultado diferente podría venir del último cambio legislativo introducido en 2022, ya que el porcentaje de contratos temporales ha disminuido hasta el 17%, y nos acerca al valor del resto de países de la zona euro. Sin embargo, sólo el tiempo y la publicación de los datos detallados nos permitirán valorar la efectividad real de esta última reforma y el grado de sustitución entre diferentes tipos de contratos con problemáticas similares, como los fijos discontinuos.

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