Hoy hablamos de
Donald Trump y Elon Musk
22/02/2025
3 min
Regala este articulo

El sistema de corrientes marinas que atraviesa el Atlántico evita que los países situados más al norte de Europa se congelen bajo temperaturas árticas. Es algo así como termostato natural, compuesto por un flujo que transporta las aguas cálidas y superficiales de la costa de Florida hacia el norte y otro flujo en sentido contrario de aguas más frías y profundas. Existe cierto riesgo de que el cambio climático pueda llegar a alterar estas corrientes, intensificando los fenómenos meteorológicos extremos a ambos lados del Atlántico Norte. Salvando las distancias, el sistema económico mundial también depende de un delicado equilibrio de corrientes y contracorrientes comerciales y financieras entre las principales economías. Durante las últimas décadas Estados Unidos ha actuado como principales impulsores de la demanda mundial de bienes y servicios. Gastando más de lo que ingresa con su producción interna, la economía americana mueve la maquinaria exportadora de otras grandes economías, como China, Japón y Alemania. En contrapartida, estos países reciclan una parte significativa de sus ingresos comerciales comprando activos financieros denominados en dólares –acciones de empresas cotizadas y deuda pública y privada americana.

Este circuito de flujos comerciales y reflujos financieros permite compensar los desequilibrios entre ahorro e inversión de las distintas economías, en beneficio mutuo. Las economías netamente exportadoras de Europa y Extremo Oriente, en proceso de regresión demográfica y envejecimiento acelerado, ahorran mucho más de lo que son capaces de invertir productivamente en sus propios países. Por el contrario, la economía americana, más dinámica en términos demográficos y tecnológicos, crea oportunidades de inversión en exceso de su capacidad de ahorro. La clave que permite a EEUU invertir por encima de sus recursos es la capacidad para atraerlos del exterior, que es la contrapartida en su déficit por cuenta corriente. La única forma de reducir este déficit pasa necesariamente por ajustar las inversiones al ahorro generado internamente. Al otro lado de la balanza, las economías europeas y asiáticas deberían compensar la caída de las exportaciones encontrando nuevas oportunidades de inversión productiva en sus países o, alternativamente, deberían asumir una dolorosa contracción del nivel de actividad.

El baile arancelario iniciado por el presidente Trump pretende reducir significativamente el déficit comercial, mientras que la hiperactividad volcánica de Elon Musk persigue una reducción radical del déficit fiscal. En principio, una disminución simultánea de los déficits comercial y fiscal podría ser positiva por EE.UU., suponiendo que el ahorro se ajusta al alza y la inversión se mantiene. Pero también es posible un escenario adverso, en el que el cierre de la economía americana sobre sí misma debilita su dinamismo, la guerra arancelaria frena la demanda mundial de bienes y servicios, y las bajadas de impuestos más que compensan posibles ahorros por el lado del gasto público. En este segundo escenario es la inversión la que tendería a caer al nivel de un ahorro interno insuficiente para financiar el actual ritmo de crecimiento de la economía americana.

Calma bursátil

Como en la conocida obra musical de Paul Dukas, en la que un aprendiz de hechicero libera fuerzas que sobrepasan su control, las acciones desatadas del dueto Trump-Musk podrían tener consecuencias desastrosas, si acaban alterando las corrientes profundas que mantienen la economía mundial en equilibrio sin ofrecer una alternativa viable. Por el momento, los mercados bursátiles han recibido con calma las primeras ráfagas de órdenes ejecutivas de la Casa Blanca. Hasta ahora parece que los inversores descuentan un dólar fuerte en un marco moderadamente inflacionario y propicio a los negocios, pero en cualquier momento podrían empezar a reaccionar frente a unas políticas erráticas que pueden acabar socavando la confianza en la economía americana. Como escribe el reconocido experto en política monetaria Richard Clarida en un artículo reciente en Financial Times, es posible que la incertidumbre asociada a las políticas económicas del nuevo gobierno acabe teniendo un impacto negativo sobre las decisiones de inversión superior al que se derivaría directamente de los aumentos arancelarios.

En la obra de Dukas, el caos desatado por el aprendiz de hechicero acaba cuando llega el maestro, le quita la varita mágica y pone orden. No se pueden descartar tensiones crecientes entre Trump y el presidente de la Fed, Jay Powell, si el primero sigue disputando al segundo cómo debe llevar la batuta de la política monetaria. Pero la última palabra la tendrán los mercados. Si pierden la confianza en el rumbo que está tomando la economía americana, simplemente empezarán a deshacer posiciones en activos denominados en dólares, hasta hacer ver a los aprendices de brujo que el sistema económico mundial no admite demasiadas improvisaciones.

stats