

El martes la cadena estadounidense Fox News entrevistaba al dúo de moda: Donald Trump y Elon Musk. El planteamiento periodístico era sorprendente, porque los presidentes estadounidenses suelen ir acompañados del vicepresidente, y no de un asesor presidencial sin autoridad legal para tomar decisiones de gobierno. Musk es el líder del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, el DOGE. Sin embargo, el magnate se presentó en la entrevista con una camiseta que decía '"Tech support" en el pecho, como si fuera el informático de batalla del ala oeste. Pero los responsables de comunicación garantizaron que la puesta en escena transmitiera a la pareja la máxima autoridad posible. Tenían seis banderas detrás: la de Estados Unidos, la presidencial y las cuatro que representan sus fuerzas armadas –la del ejército de Estados Unidos, la de su cuerpo de intendencia, la de los marines y la de la fuerza naval–. Toda esta iconografía pone de manifiesto que Musk es en realidad una figura gubernamental, y que se quiere proyectar en este dúo una imagen de autoridad y acción directa.
Sean Hannity, el periodista de la Fox, estaba tan contento de ser el elegido que no se lo podía ni creer. Mantuvo, a lo largo de toda la conversación de veinte minutos, una actitud servil y complaciente, explicitando sus treinta años de amistad con Donald Trump. Exhibiendo su proximidad con el presidente, reveló a los espectadores que no conocía a nadie que hubiera podido aguantar todo lo que había tenido que aguantar Trump. Hannity empezó subrayando la paradoja de ese binomio, teniendo en cuenta que hace años Trump demandó a Twitter y la empresa tuvo que indemnizarlo. Se aseguraba que no quedaba ninguna grieta de rencor en ese camino de futuro que emprende la pareja. El presidente y Musk relativizaron las tensiones del pasado exhibiendo un vínculo incondicional y muy sólido. "I love the president", llegó a decir Musk, y Trump se lo agradeció: "Qué bonito...", dijo riendo. Luego le alabó varias veces su altísimo coeficiente intelectual: "No he encontrado a nadie más inteligente", admitió. Ante ese bromance institucional, Hannity les alertó, preocupado, de que los medios de izquierdas querían arrastrarlos a la ruptura: "Quieren que os divorciéis", les informó. Y los dos protagonistas tuvieron que tranquilizarlo asegurándole que eran conscientes de ello y que ya lo habían hablado. El periodista insistió en alabar la figura de Musk para que la gente viera que no es el demonio que pintan algunos medios, y remarcaba que quería que los espectadores entendieran qué relación tienen. Cada vez que Trump contestaba las preguntas, Musk lo miraba asintiendo con la cabeza, demostrando una compenetración especial. Hannity actuó casi como el presentador de un programa de citas que quiere convencer a la audiencia del verdadero amor de los concursantes. Fox consumó el idilio de la pareja más poderosa del momento. El matrimonio formal, oficial y visible entre el poder político y el económico, normalizando el camino hacia un régimen oligárquico.