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Educadores: la autoexigencia y la evaluación

Grupos de maestros catalanes en una formación.
11/01/2025
2 min
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En cualquier entorno profesional la autoexigencia –la autoevaluación– es la mejor garantía del trabajo bien hecho y es prima hermana de la motivación. La evaluación más rigurosa es la que nace del empeño de mejora personal, de las ganas de progresar, sea por interés propio o por vocación de servicio; a menudo por una combinación de ambas. Esto es así en todos los trabajos y en todos los ámbitos de la vida. Cada uno lo hace a su modo, en mayor o menor grado.

Pero junto a la confianza en la iniciativa personal, en los trabajos se establecen métodos de evaluación cualitativos y cuantitativos, internos o externos, y con periodicidades diversas. En los pequeños negocios particulares cuesta más encontrar el punto de objetividad, mientras que en las grandes organizaciones el problema es ir más allá de los procesos estandarizados para atender la particularidad de cada puesto de trabajo y cada empleado. Los procesos también son distintos en una institución pública que en una empresa privada. Sin embargo, en todas partes hay métodos para rendir cuentas. Es decir, para garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones y asegurar su servicio, producción, viabilidad, funcionamiento y futuro. Cuando no existe algún tipo de rendimiento de cuentas, el riesgo de degradación, descoordinación, declive, desperdicio de recursos (clave en el caso público) y disfunciones se hace evidente.

El mundo educativo no puede ser una excepción. Evaluar el trabajo de los docentes y el funcionamiento de las instituciones educativas no puede ser caricaturizado como presión resultadista. No es, o no debería ser eso. Tiene que ver con la responsabilidad de aspirar a la máxima calidad, al trabajo bien hecho. En Europa hay sólo siete estados que no evalúan regularmente a los docentes de primaria y secundaria en el ejercicio de la profesión. España es uno de ellos. No quiere decir que nada se haga, pero ni es obligatorio ni es sistemático. Cataluña está en la misma situación.

Si no se hace ningún seguimiento con constancia, es fácil que no se detecten ni los profesionales con problemas ni los que tienen mucho talento. Unos y otros quedan desatendidos: los primeros reciben pocas oportunidades de mejora, de los segundos o la institución no saca suficiente provecho ni ejemplo. El resultado es que las situaciones se enquistan y se frustran vocaciones, tanto por abajo como por arriba. en conjunto, salen perjudicados. La evaluación entre profesionales (aprendizaje conjunto) y la externa (a través de profesionales especializados y autorizados) son dos métodos válidos y combinables. Según datos de la OCDE, el 67% de los profesores dicen que la evaluación les sirve para mejorar. Es normal que en determinados casos se genere inquietud, pero si se hace bien, la ganancia individual y colectiva está comprobada. docentes varían mucho por países. Lo importante es que Cataluña encuentre su modelo para ayudar a maestros y profesores, escuelas e institutos, a ganar confianza ya mejorar.

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