

El objetivo de hacer del catalán lengua oficial en las instituciones europeas es crucial y es necesario persistir hasta conseguirlo. Haber comenzado la carrera y tener el gobierno del Estado a favor es ya de por sí un éxito. Es importante tenerlo claro. El catalán se ha convertido en una carpeta comunitaria con argumentos de peso, tanto cuantitativos (número de hablantes) como cualitativos (relevancia cultural). No será fácil conseguirlo, como ya se dijo cuando Junts y el PSOE cerraron el primer pacto, pero tampoco será fácil dejarlo correr. El camino se ha iniciado y es irreversible.
Es verdad que el tiempo corre y que no se aprecian avances relevantes. La presidencia húngara ha supuesto una parálisis para el catalán, pero también para otras muchas políticas. Hay que seguir. El consejero de Exteriores, Jaume Duch, con mucha experiencia en la Eurocámara, reclama en una entrevista con el ARA despolitizar la lengua y presentar la reclamación como cuestión de derechos lingüísticos. Tiene sentido estratégico: la oficialidad no se conseguirá hasta que lo avalen los veintisiete estados miembros de la UE y, por tanto, será necesario un gran consenso, sólo posible si se aleja de cualquier connotación de pugna partidista o ideológica.
Este mismo consenso es el que debe acompañar la demanda desde Cataluña. Con la lengua no podemos jugar a pelear: el objetivo de la oficialidad en Europa debe sumar todo el catalanismo e incluso más allá. No va contra nadie. Por supuesto no va contra el español. Es una cuestión de europeísmo, de entender a Europa en toda su diversidad.
Ahora mismo no parece posible, pero no se puede descartar conseguir que los gobiernos balear y valenciano un día se sumen a la propuesta. El hecho de que el gobierno socialista de Cataluña y el también gobierno socialista de España vayan de la mano en este asunto conlleva todo un mensaje. No es una propuesta nacionalista ni regional, es una demanda transversal y estatal. Una aspiración, además, que viene de lejos, histórica. Precisamente estos días se ha reivindicado a Josep Pallach, figura del socialismo europeísta del antifranquismo y la Transición, muy bien conectado con el SPD alemán, y que siempre defendió la importancia del catalán. Hoy en Pallach le reivindican tanto Isla como Pujol y Aragonès. Éste es el espíritu que necesitamos para que la lengua propia sea aceptada y defendida en Europa: una gran pluralidad detrás o delante de la lengua.
El día que finalmente llegue el reconocimiento europeo, supondrá un impulso para su uso en Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana. Sumar nuevos hablantes ya sabemos que cuesta, hacer que la inmigración se haga suyo el catalán no es fácil. El aval europeo no será la panacea, pero sin duda ayudará a ello. Lo que no quiere decir que no sea necesario seguir trabajando desde la escuela, los medios de comunicación, la sociedad civil y las administraciones. Hoy también explicamos en el diario los esfuerzos que se realizan en el terreno municipal. Hay mucho trabajo por hacer, un trabajo que hoy tiene más visibilidad y garantías públicas gracias a que, desde el pacto de investidura de ERC con Illa, el Govern dispone por primera vez de una conselleria de Política Lingüística.